MÁS QUE PALADAR
Tomar el aperitivo será, sin duda alguna, una de las costumbres más arraigadas en este tan querido por nosotros mundo de la gastronomía. Por dar una simple definición, podríamos decir que «el aperitivo es aquello que se come y se bebe antes de la comida o cena con la intención de abrir el apetito». Yo, desde estas líneas, tan sólo me voy a ocupar de lo que se bebe, la parte líquida.
Para comenzar, algo que parece bastante obvio, no es una costumbre española aunque está claro que nos gusta este estilo a la hora del yantar. Somos los países mediterráneos los que más consumimos este tipo de gastronomía, sin duda debido a la relación placentera que desarrollamos siempre con el hábito de comer o beber. Sin ir más lejos, nuestros vecinos italianos, además de inventar el vermut –del que hablaremos más tarde– disfrutan con deleite de un aperitivo-coctail llamado spriitz (aperol, vino espumoso y soda), exportado a otros países, llegando incluso en los Estados Unidos a ser el más consumido. Los franceses, de forma muy tradicional, estimulan el apetito con potentes licores –ricard, pastis, pernaud…–, eso sí, previamente rebajados con agua.
¿Y en España? ¿Y en Cantabria? ¿Qué aperitivo tomamos con mayor frecuencia? Tendríamos que discernir en comunidades, época del año, modas… Pero ahí va: la cerveza, bebida con no muchos años de implantación en estos lares, es quizás en cuanto a cantidad el líquido de mayor consumo en nuestros aperitivos: las cañas, los peniques, la cerveza con limón o con gaseosa… se han convertido en elementos habituales en las barras y mesas de nuestros bares y restaurantes. Su frescura y la baja graduación alcohólica –las hay 0,0– han proporcionado a la cerveza una enorme versatilidad que se ha visto incrementada por la más reciente aparición de las cervezas artesanas.
El 'ir de blancos' –blancos de La Nava, alcohólicos, con barrica– era una costumbre con mucho arraigo por estas tierras; muy a pesar mío, este hábito ha desaparecido y a la hora del aperitivo los vinos blancos que aparecen son verdejos de la D.O. Rueda, albariños de la D.O. Rías Biaxas y algún que otro godello gallego o de la D.O. Bierzo.
Y el vino blanco siempre tuvo un competidor que últimamente parece que le está ganando la batalla; ya sabéis, queridos gastrolectores, que me estoy refiriendo al vermut, bebida de moda en la actualidad y con una oferta realmente importante. No hay zona o pequeño rincón gastronómico que no elabore su propio vermut. El vermut es tan importante que en ocasiones hablamos incluso de la 'hora del vermut' en vez de la 'hora del aperitivo'. Los tenemos rojos y blancos, de una enorme variedad de uvas, con unos componentes aromáticos difíciles de imaginar y siempre dispuestos a múltiples combinaciones.
Para acabar, voy a daros mis preferencias para ese trago que a todos nos gusta antes de comer. Tengo en mi memoria gastronómica dos bebidas muy diferentes que, aunque resulte paradójico, tienen varias cosas en común: el Champagne y la Manzanilla. Ambas son de zonas vitivinícolas muy delimitadas y con muchas particularidades, ambas con un proceso de elaboración único e irrepetible, una y otra con una historia impresionante y con bodegas tricentenarias. Pero, sobre todo, con unas características organolépticas tremendamente singulares que las convierten en dos vinos únicos e irrepetibles
Disfrutar de una copa de un Champagne Vintage o de un trago de Manzanilla en Rama son placeres que convierten 'la hora del aperitivo' en un momento mágico e inolvidable.
¿Cómo elegir una u otra? Pues depende del aperitivo sólido que tengamos en la mesa, pero sobre todo pensaremos con quién lo compartimos, desarrollar una empatía gastronómica elevará sin duda el estado de bienestar de quien lo practica. Y no olvidemos que tanto el champagne como la manzanilla, una vez abiertas las botellas, deben ser consumidas en breve… A eso también nos ayuda lo de compartir. ¡Salud!
ÁNGEL LUIS GÓMEZ CALLE
Fuente: El Diario Montañes
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