Hoy les traigo una receta con historia. Una ceremonia de delicada armonía donde intervienen todos los sentidos.
Hola, mis casalitos! Hoy les traigo una receta con historia. El té es un legado de nuestra tierra, una de las tradiciones milenarias que reúne almas dispuestas a disfrutar de un ritual: el encuentro, un tiempo que se detiene para el disfrute. Una ceremonia de delicada armonía donde intervienen todos los sentidos.
Mi experiencia con esta hermosa cultura del mundo de las hebras fue sin querer, abrí una pastelería y casa de té hace algunos años. La verdad que había comprado buenas hebras, pero los tés me salían horribles, ¡imaginate! La pastelería riquísima y el té espantoso.
Ahí mismo quise saber un poquito más y me inscribí para estudiar sommelier de té sin saber que estaba entrando un camino sin retorno. Me fascinó y tiempo más tarde, ya recibida, lo que empezó como una capacitación más de todas las que siempre hago se convirtió en una pasión que más tarde me brindó otras oportunidades laborales.
Hoy ya se convirtió en un ritual incorporado en mi espacio: recibir a los alumnos, amigos, colegas e invitados al programa con una taza de té acompañada de rica pastelería es uno de los clásicos Casale.
Un mundo de diversas culturas, que nos sitúa en lugares de origen, nos comunica con su gente, con sus ritos y costumbres.
Cuenta la leyenda que por el siglo III a. C. el emperador de China Shen Nung descansaba debajo de la sombra de un árbol y cuando el viento agitó su copa las hojas cayeron a un recipiente con agua caliente. El emperador alzó la vajilla y quedó maravillado por el aroma y el sabor de su bebida.
Así nace el té: una bebida ancestral que la cultura asiática ha utilizado por muchos siglos como revitalizador físico y espiritual. Los primeros en descubrirlo fueron los chinos, quienes pronto percibieron todos sus beneficios, como por ejemplo la disminución de la fatiga y una cierta capacidad para mantener la mente despierta.
El té es una infusión de hojas y brotes de la planta llamada Camellia sinensis, que en latín significa que proviene de China. Se trata de un arbusto pequeño al cual se le realiza una poda para que no supere los dos metros, y así facilitar su recolección. La planta procede del sur del país asiático, pero ya se cultiva en todo el mundo y en nuestra hermosa Argentina, que es el país del continente americano más relevante en producción de té, la superficie implantada llega a las 40.000 hectáreas, y el 93% se encuentra en la provincia de Misiones, mientras que el resto, en Corrientes.
Actualmente, en las mesas de té no pueden faltar unas lindas flores y unos ricos scones con mermelada.
Scones: ingredientes
- 400 g de harina 0000
- 20 gramos de polvo de hornear (1 cda. + 1 cdta.)
- 100 gramos de azúcar
- 1 cdta. de sal fina
- 100 gramos de manteca
- 200 cc de crema de leche
- (o puede ser yogur natural)
- 1 huevo
Preparación
- Cortar la manteca en cubitos y mantenerla en la heladera hasta el momento de utilizarla.
- Tamizar en un bol la harina, el polvo de hornear, la sal y el azúcar (o sea, los secos).
- Unir la manteca fría con la harina, haciendo migas con la punta de los dedos, o bien podés colocar todo en la procesadora.
- Mezclar (sin batir) el huevo, el yogur y la crema. Volcar sobre las migas. Tomar la masa rápidamente, sin amasar mucho.
- Estirar de 2 cm y replegar la masa sobre sí misma. Estirar de 3 cm. Cortar con cortapastas de 6 cm de diámetro.
- Colocar sobre una placa enmantecada y pintar con huevo batido. Hornear a 180 °C entre 15 y 18 minutos.
Tips para los scones
- Horno precalentado unos quince minutos a 160°C.
- Siempre darle unos 15 minutos antes de hornear (ponelo mientras se calienta el horno).
- Podés hacerlos salados agregándoles 100 gramos del queso que más te guste (el azúcar va igual en la preparación).
- Lo ideal es comerlos tibios.
- Si tenés un emprendimiento, podés tenerlos freezados hasta tres meses y hornearlos en el momento que necesites.
- Ya los hagas salados o dulces, maridan bien con cualquier té.
Fuente: Diario Hoy
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