El venezolano Elan Aparicio es artista desde que tiene uso de razón: pinta cuadros, murales, elabora pulseras y hace gráficos en franelas. En 2016, el barismo 3D transformó su estilo de vida, para darlo a conocer desde Argentina hasta Arabia Saudita.
Con pinturas vegetales dibuja rostros humanos, animales o cualquier otra petición de sus clientes. Empezó en el oficio impulsado por una amiga, quien le enseñó las primeras técnicas para la preparación de café. Luego él se formó con el propósito de elaborar todos los tipos de esta bebida incluidos en la carta italiana.
“Mi amiga Andy fue la primera en enseñarme a texturizar la leche, después yo busqué información sobre el oficio. Empecé a crecer, llegaron los clientes y ellos fueron los primeros en decirme que si hacía esto -barismo 3D- fuera de Venezuela tendría éxito”, precisó en entrevista para El Diario.
En 2017, cuando el país empezaba un proceso hiperinflacionario con impacto en la calidad de vida de los ciudadanos, su entonces jefe le hizo una particular petición: no usar leche para preparar café. “No le gustaba que empleáramos la leche porque costaba conseguirla, entonces empecé a usar la textura para sacar forma y esos son los famosos cafés 3D, que están muy de moda en Arabia Saudita”, dijo.
Primera estación: Argentina
En 2018 emigró. Luego de trabajar en cafeterías de Valencia (Carabobo) y Maracay (Aragua), tomó un autobús rumbo a Buenos Aires, pero el viaje fue tortuoso. “En Bolivia, rumbo a Argentina, el autobús en el cual nos trasladábamos se fue por un acantilado. Gracias a Dios, salí airoso, solo se me rompió el pantalón”, recordó.
El exestudiante de Idiomas Modernos en la Universidad Arturo Michelena empezó en una cafetería de Puerto Madero, sitio emblemático de la capital sureña. Desde un nuevo país y con metas por cumplir, hizo del trabajo su carta de presentación. “Yo soy un showman, busco que los clientes vivan una experiencia sensorial, que escapen de la realidad que están viviendo mediante el olfato, el gusto, el tacto, la música, que se sientan a gusto”, detalló.
Autodefinido como asesor gastronómico, resaltó su paso por diferentes empresas, entre las que destacan la cafetería del exjugador de rugby Benito Santos, que ahora es una franquicia importante.
La oportunidad de su vida gracias a la cuarentena
Aparicio perdió su empleo con la entrada de la cuarentena por la pandemia de covid-19. Aprovechó el tiempo libre y preparó contenido para sus redes sociales. “Argentina tuvo una de las cuarentenas más estrictas del mundo, fueron siete meses de encierro. Entonces aproveché para hacer contenido que tuvo aceptación en México, Chile y Arabia Saudita, donde resido actualmente”, puntualizó.
Uno de sus videos lo vieron en Arabia Saudita. Después fue contactado para que llevara su arte a esa nación. “Ese material se hizo viral y me llamaron. Estaba entre Dubái y Arabia Saudita, pero opté por este último”, recordó el joven de 32 años de edad, quien invirtió parte de sus ahorros en la compra de ingredientes y una máquina de preparar café, necesarios para la producción de los audiovisuales.
Afirmó que no se siente víctima de la discriminación por ser venezolano. “En Arabia Saudita, cuando se enteran de mi nacionalidad, me felicitan y se alegran por llegar hasta acá. No he sido rechazado, pero en algunos países de Latinoamérica que visité sí solían hablarme con tono de lástima y eso me hacía sentir frustrado”.
Como anécdota divertida recordó que en diferentes naciones suelen referirse a los cafés por nombres distintos a los establecidos en la lista oficial de los baristas. Así, en Venezuela, existen los marrones, el con leche y el tetero, mientras que en Argentina a este último se le denomina lágrima.
“En una oportunidad me pidieron un Caramel Macchiato como el de Starbucks. Lo preparé como creí que era: caramelo en el fondo, expreso y un poquito de leche en la superficie. A la persona no le gustó, se horrorizó, entonces tuve que ir a ese local, pedir uno y no era otra cosa que un café con leche y caramelo”, relató.
De Venezuela, extraña a su familia, la playa y subir a la montaña. Si bien no tiene previsto regresar a vivir, sí lo haría en sus vacaciones. “El Limón me quedaba cerca de la playa. Iba mucho a Cata, Cuyagua, me la pasaba en ríos, ese estilo de vida lo extraño, más no vivir en el país, porque las situaciones me hicieron escapar y amar otras culturas, otros lugares”, refirió.
Aparicio no se considera preso de la nostalgia. Vive el momento, disfruta su oficio, conoce gente nueva y permanece activo en las redes sociales. “Quiero ser creador de contenido digital y vivir de eso (…) Si me preguntan cuál es mi sueño inmediato es viajar con facilidad, sin preocuparme cuánto gasto”, confesó.
El profesional subrayó que los migrantes atraviesan batallas físicas y espirituales para establecer un nuevo camino fuera de las fronteras venezolanas.
Ingrid Bravo Balabu
Fuente: El Diario
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