El Gourmet Urbano: #VINOS 🍷 | Joven, roble o crianza: cuál es la edad del vino

sábado, 14 de mayo de 2022

#VINOS 🍷 | Joven, roble o crianza: cuál es la edad del vino


Si te estás adentrando en el mundo del vino, seguro que te surgen muchas dudas en torno a conceptos como la calificación de los vinos según su envejecimiento. Te contamos todo lo que necesitas saber para conocer la edad del vino y las diferencias entre vino joven, roble y crianza.

Diferencias entre un vino de crianza, un roble y un joven


Para identificar correctamente si estamos ante un vino de crianza o no, antes hay que manejar conceptos como la edad del vino y las diferencias organolépticas que existen entre los diferentes vinos, dependiendo de si han pasado o no por barrica.

La crianza o envejecimiento del vino en barrica, confiere distintos matices tanto aromáticos como de color y por supuesto, de sabor.
¿Qué es la edad del vino?

La edad del vino es el tiempo que ha permanecido envejeciendo, tanto en barrica como en botella, antes de su salida al mercado. Aunque la legislación establece unos tiempos mínimos para cada uno de los recipientes, la realidad es que cada Denominación de Origen puede variar la norma a través de sus reglamentos propios según los preceptos del Consejo Regulador.

Pero existe una calificación de los vinos general normalente aceptada en España que los divide en:

  • Vino joven (o de cosecha)
  • Vino roble (o semicrianza)
  • Vino crianza
  • Vino reserva
  • Vino gran reserva

Joven


El vino joven es aquel que no pasa por un proceso de envejecimiento en barrica (ni en ningún otro depósito de madera).

Es decir, se embotellan inmediatamente, en cuanto acaba el proceso de fermentación y filtrado.

Se elaboran para consumir en el mismo año o, como mucho, al siguiente, para que no pierdan sus cualidades de juventud. Lo ideal es que se beban antes de que pasen 24 meses.

Son vinos por lo general afrutados y frescos. Cuando decimos afrutados queremos decir que sus aromas son los propios de la uva, o aromas primarios, ya que no existe contacto alguno con madera; y cuando decimos frescos, quiere decir que mantienen una justa acidez al no haber sido suavizados por la crianza y que los hace más refrescantes que los vinos que han pemanecido en un depósito de madera.

Vino de Cosecha


El vino de cosecha, o de añada, como también se denominan a estos vinos jóvenes, son, por tanto, aquellos que se elaboran mayoritariamente con las uvas de la cosecha del año o bien con la última cosecha de la bodega. La diferencia principal entre el vino de cosecha o vino joven, y el crianza es su paso por la madera. El vino de cosecha es siempre joven.

Roble


La siguiente categoría en la clasificación por edad es el vino de roble, también llamado semicrianza.

Estos vinos sí que permanecen un tiempo en barrica, pero este tiempo es muy breve, habitualmente inferior a 6 meses.

Se trata, por tanto, de vinos que no pueden considerarse crianza, pero tampoco son ya jóvenes. La norma generalizada establece que el vino pase como mínimo tres meses en barrica.

Se suele decir que esta categoría de vinos se creó en Ribera del Duero, aunque en realidad ese ligero paso por barrica es una técnica usada de siempre por innumerable bodegas de todo el planeta.

Estos vinos aúnan en un solo vino lo mejor de los jóvenes, un carácter ligero y afrutado y la complejidad de los crianza. Un termino medio entre los vinos jóvenes y los crianza. Son vinos fáciles de beber.

Normalmente los vinos roble suelen ser tintos, aunque cada vez es más habitual encontrar vinos blancos con ligeros pasos por barrica para llenarlos de matices, suvizar su acidez y hacerlos más complejos.

Dependiendo de la bodega/enólogo, el vino roble pasa más o menos tiempo en barrica, lo que cambia sus notas de cata o matices organoléticos como dicen los puristas.

Otro aspecto importante es que el vino roble no tiene un periodo de envejecimiento en botella.

La principal pista para saber si un vino es crianza o roble es, por tanto, saber cuánto tiempo ha pasado envejeciendo en barrica.

Crianza


Los vinos, blancos, rosados o tintos, bajo esta clasificación necesitan de un envejecimiento de varios meses. Del periodo total que pasen añejando, al menos seis meses deben hacerlo en barrica de madera.

El resto del tiempo, el vino envejece en la botella bajo unas condiciones de maduración específicas. La botella permanece en posición horizontal, alejada de fuentes de luz y en un ambiente húmedo y tranquilo.

Por ejemplo, un vino blanco crianza 18 meses habrá pasado un mínimo de 6 meses en barricas de madera y 12 meses descansando en la bodega.

Las barricas no son herméticas, por eso cuando el vino está en las barricas entra aire, no mucho, pero algo entra. Esta microoxigenación produce unos cambios en el sabor y los matices del vino, por eso a esta fase de la crianza se la llama crianza oxidativa. Por el contrario, cuando el vino se embotella y descansa en el interior del recipiente de vidrio, lo hace cerrado herméticamente y en posición horizontal para asegurarse la ausencia total de oxígeno, por eso a esta parte de la crianza se la llama crianza reductora, que también es importante aportando cambios decisivos para la calidad final del vino.

Por tanto, la crianza de un vino es la suma del tiempo de crianza en botella y crianza en barrica, o fase oxidativa y fase reductora.

Dependiendo de la denominación de origen, el tiempo en barrica puede ser mayor o menor.

Por lo general, los vinos blancos y rosados crianza deben consumirse antes de 5 años, mientras los tintos deben hacerse antes de 10 años.

La crianza en botella representa más del 50% de la crianza total del vino

Reserva


Todo lo mencionado en el punto anterior sobre la crianza del vino es aplicable tanto a los vinos reserva como gran reserva, la única diferencia es que estos vinos tienen unos periodos de crianza mayores.

Así, el vino reserva blanco y el vino reserva rosado tienen una crianza de 18 meses, 6 meses en barrica y 12 en botella. Por el contrario los vinos reserva tintos pasarán al menos un año madurando en barrica de roble. Pero, además, su proceso de envejecimiento se alarga hasta los tres años completanto este tiempo en botella.

Son vinos pulidos, más suaves con menos acidez, de mayor complejidad y cuerpo, en los que se nota el paso por la madera además de en su color, más ocre, en su sabor y sus aromas (aromas secundarios, aportados por la madera)

Gran Reserva


Los vinos gran reserva son los vinos más viejitos, con respecto a su crianza. En tintos, requieren de 60 meses de envejecimiento, de los cuales al menos habrán estado madurando en barrica 18 meses. En Rioja o en la ribera del Duero, el paso por madera se puede alargar hasta los 48 meses. Los vinos blancos gran reserva y los vinos rodados gran reserva mucho menos, pues requieren una crianza de 4 años con tan solo 6 meses en barrica y el resto en la botella.

No hay establecido un periodo de consumo óptimo para estos vinos, ya que pueden aguantar bien muchos años aunque se recomienda consumirlos antes de 20 años.

Se trata de vinos de gran calidad, con un marcado paso por madera, afinados y con cuerpo. No todos los vinos están destinados a ser un Gran Reserva. Se utilizan aquellos que provienen de grandes añadas para que soporten bien el paso del tiempo y evolucionen bien en botella.


¿Vinos con crianza o sin ella?


Las principales diferencias entre los vinos de crianza y los vino jóvenes y roble son:

Color


El roble y tintos jóvenes tienden a colores más brillantes, violáceos, púrpuras, y picota oscuros que delatan su juventud. Los blancos son amarillos claros o verdosos.

El crianza, sin embargo, es un vino con más oxidación, lo que se traduce en menor brillo y presencia de colores más rojos y cereza en tintos y dorados en blancos.

Aromas


Los vinos jóvenes son afrutados o florales con sutiles matices aromáticos que recuerdan a su breve paso por madera, en el caso de los roble

En los crianzas ya encontramos aromas terciarios y propios de la barrica, como los tostados, la vainilla y otras especias.

Sabor


Los vinos jóvenes son más frescos y ácidos, aunque gracias a la madera en el caso de los roble, más fáciles de beber.

En un crianza ya se aprecian los taninos. Suelen ser redondos en boca y equilibrados. No han perdido los tonos frutales o florales, aunque se ven acompañados de la madera.

Conociendo estas características ya sabes distinguir entre crianza o roble. Solo te falta elegir tu favorito para cada ocasión y disfrutar.

Un artículo de Aarón Guerra

Fuente: Vinetur

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