Orden para servir el vino:
– Por su color: se sirven antes los blancos que los tintos, siendo intermedios los rosados.
– Por su edad: se sirven los más jóvenes y luego los más añejos.
– Por su sabor: primero se sirven los más suaves (de menos cuerpo y graduación) y luego los más intensos (de más cuerpo y graduación).
Al igual que el menú va ganando en intensidad y sabores, los vinos deben de ir acompañando este incremento. Para no descompensar el maridaje, ya que se podrían tomar percepciones equivocadas del plato o del vino.
Por lo general los vinos blancos o espumosos (Cava y Champagne suelen acompañar a los pescados, mariscos o algunas carnes blancas y los vinos rosados con ensaladas y pasta. Los vinos tintos maridan con carnes rojas y guisos (platos más grasos y con sabores más fuertes).
Los vinos dulces combinan a la perfección con los postres o aperitivos.
Apertura de la botella de vino:
Raúl Igual, Mejor Sumiller de España en 2010
– La botella de vino siempre debe estar apoyada sobre la mesa. Olvídese de poner la botella entre las piernas o cogerla en brazos, ya que lo único que puede pasar es que se rompa el corcho o la botella.
– No hay que mover la botella, se mueve o se gira el sacacorchos.
– Nunca se taladra el corcho de lado a lado, para evitar que caigan migas de corcho en el vino.
– Una vez abierto se limpia la boca de la botella con una servilleta o trapo limpio.
– Se recomienda servir en una copa, que desecharemos, un poco de vino para limpiar la boca y el cuello, y sacar los pequeños restos que pudieran quedar en este tramo de la botella.
Temperatura del vino:
Todos los vinos tienen que servirse a una temperatura correcta.
Los vinos tintos deben presentarse con un margen de temperatura que oscile entre los 16 y los 18 º C para que se puedan conservar todos sus matices y se perciban adecuadamente sus componentes. Los tintos jóvenes pueden presentarse entre los 12 y 15º C para resaltar su frescura y matices florales, los crianzas entre los 16 y 18ºC y los de grandes añadas a 20ºC.
Los vinos blancos jóvenes secos, se tomarán frescos, pero no muy fríos, entre 7 y 10º C para disfrutar de sus aromas de fruta. Una temperatura más alta destaca el alcohol y una excesivamente baja resalta su acidez y enmascara su personalidad. Los vinos blancos dulces es aconsejable servirlos a 6ºC, temperatura a la cual se resalta su carácter frutal y su expresión dulce. Los blancos con crianza, entre 10 y 12 º C. A temperaturas más bajas se pierden los aromas complejos del roble. Los blancos generosos (manzanillas y finos) se deben servir entre 7º y 10º C.
Para los vinos rosados se recomienda que la temperatura de servicio esté entre los 6 y 8º C.
La temperatura ideal recomendada para tomar el cava oscila entre 5º y 7º.
– Se aconseja dejar que el vino se airee un poco. En caso de vinos añejos es bueno dejarles airearse al menos una hora antes de tomarlo. En caso de vinos sin filtrar también se aconseja decantar para que los posos no pasen a la copa.
Esta temperatura se debe conseguir de modo gradual. Nunca metiendo el vino en el congelador. Si se trata de un blanco, rosado o cava, hay que ponerlo en la nevera unas horas antes de servirlo. En la mesa, la mejor opción para conservarlo fresco es una cubitera con agua y hielo.
Por debajo de 5 º C no se pueden percibir de la misma forma los sabores.
¿Cómo servir el vino?:
– No se llenan las copas hasta arriba. Se deben llenar un tercio, aproximadamente, del tamaño de la copa.
– En el caso de los blancos se puede servir menos cantidad para mantener su temperatura ideal, que debe ser muy fresca. Es mejor servir más a menudo.
– No se apoya la botella en la copa para servir.
– Si se cambia de vino, se debe cambiar de copa (o darle un enjuagado con agua). No es correcto mezclar sabores.
Otros aspecto relevantes:
– La copa se toma por el tallo, para evitar variar la temperatura del vino.
– Al vino no se le echa nada; hielos, refrescos, gaseosa, etc. El vino se debe tomar tal cual.
– Si el vino es añejo (una gran reserva, por ejemplo) es bueno decantarlo (pasarlo a un recipiente para eliminar impurezas y posos). También es bueno airearlo una hora, al menos.
– Se puede hacer una comida en su totalidad con cava o champán. Costumbre muy poco extendida en España. Tomar este tipo de vinos espumosos con los postres no es muy correcto.
– Si se utiliza un solo vino para toda la comida, hay que elegir un vino intermedio que vaya con todo el menú (ni demasiado joven ni demasiado viejo).
– Si le dan a probar el vino, antes de servir al resto de los comensales, diga sinceramente lo que le parece. No es bueno disimular ante un vino de mala calidad o que puede estar picado, entre otras cosas que puede tener el vino. El resto de comensales se lo agradecerán.
– Si le gusta saborear el vino después de terminada su comida, pida que no le retiren la copa a la hora de los postres.
Autor: Pedro Cutanda
Fuente: Vinos Cutanda
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