#ALMUERZO #PASTAS #RECETAS 🍝 | Pasta al pesto: nunca fue tan rápido llevar este plato a tu mesa

Plato tradicional de la comida italiana.
Foto: Getty Images/iStockphoto - elena_hramowa

El ingrediente principal para que preparares esta receta es la albahaca. Recuerda acompañar tus espaguetis con queso parmesano.

Un poco de la historia de este plato

Es una de las recetas más populares de la gastronomía italiana, y su primera aparición se dio en el siglo XII. La palabra spaghetti significa cordón y es la sustitución de otros nombres de platos italianos como el maccaroni y vermicelli. Cabe mencionar que los espaghetis en un principio se servían únicamente con aceite de oliva, queso y pimienta. Sin embargo, sería en el siglo XVIII que la pasta comenzaría a consumirse con salsa de tomate, receta consignada en el libro ‘Cucina teorico pratica’ de Ippolito Cavalcanti en 1837.

La salsa pesto es una de las más tradicionales para acompañar este plato italiano. Su ingrediente principal es la albahaca, y su elaboración se caracteriza por tener aceite de oliva, piñones y ajo para darle textura a la salsa. Algunos chefs recurren a las almendras para reemplazar los piñones, sin que se pierda en el camino la preparación original. ¡Una receta con mucha personalidad!

INGREDIENTES

• 50 gramos de albahaca
• 20 gramos de almendras
• 60 mililitros de aceite de oliva
• 2 dientes de ajo
• 50 gramos de queso parmesano
• Sal
• Pasta
• Papas
• Habichuela

PREPARACIÓN

1. Lleva a la licuadora 50 gramos de albahaca, 20 gramos de almendras, 60 mililitros de aceite de oliva. Añade sal al gusto.
2. Inmediatamente incorpora los dos dientes de ajo y 50 gramos de queso parmesano.
3. Cocina la pasta hasta que esté al dente. Retírala y déjala escurrir.
4. Pela una papa y pícala en cubos. Llévalas a cocina y no la dejes al fuego por mucho tiempo.
5. Pica la habichuela y mézclala con la papa en una sartén. Agrega dos cucharadas de pesto, la pasta y revuelve.

Ahora, puedes disfrutar de esta delicia culinaria.

Andrés Carvajal, chef / @chef.andy7

Fuente: El Espectador