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Un tesoro dulce que en el siglo XIX conquistó a la corte europea
Como si fuera un vals, la pastelería vienesa se mueve al ritmo de unas melodías variadas, con recetas elaboradas y una excelente presentación que atrae a visitantes de todo el mundo. Destacan sus innumerables tartas, los strudels de hojaldre rellenos de frutas o el pastel de manzana. Y si hay un imprescindible en el repertorio es la famosa tarta Sacher, que en 1832 ideó el repostero Franz Sacher para un banquete de la aristocracia austríaca.
Por algo los francófonos utilizan la palabra viennoiserie –que es sinónimo de pastelería de lujo, fina o de fantasía– para todas las delicias como cruasanes, pain aux raisins (panes con uvas pasas), brioches... Casi 180 años después no hace falta ser de la realeza para deleitarse con un pastel, y la capital austríaca ofrece un recorrido que seguro endulzará nuestro viaje.
Viena no se concibe sin sus pastelerías y sus más de 1.000 cafés y casi 200 café-konditoreien, cafés que producen y venden su propia pastelería. De hecho, desde el 10 de noviembre del 2011 esta tradición que comenzó en el siglo XVII se considera Patrimonio de la Humanidad. Los hay de todo tipo, desde los más clásicos y distinguidos hasta los más modernos. Visita obligada merece el Café Museum, donde acudía el pintor Gustav Klimt, así como el Café Landtmann, estrechamente ligado al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
La cultura del kaffeehaus es única como punto de encuentro social y cultural todavía hoy. Sentados disfrutando de una taza y un trozo de pastel, seguro veremos a gente de todas las edades leyendo el periódico, un libro, charlando alegremente o escuchando a los músicos que suelen aderezar ese tentempié sublime tocando el piano o el violín.
Los vieneses más jóvenes, que intentan desvincular a la ciudad de su acento imperial, suelen acudir al Café Drechsler, combinación de tradición con un ambiente de estilo moderno, donde al atardecer se puede escuchar música seleccionada por disyoqueis. El Café Sperl, al que acuden los jóvenes intelectuales, fue elegido por David Cronenberg para rodar la película Un método peligroso, protagonizada por Michael Fassbender, Viggo Mortensen y Keira Knightley.
En el centro histórico se encuentra el Hotel Kaiserhof, edificado en 1896 sobre una fortaleza militar y que aúna tradición y elegancia, el marco perfecto para saborear su strudel de manzana o la tarta Gugelhupf. Cerca de allí se encuentran el Café Sacher, donde se puede probar la receta original de la legendaria tarta.
La pastelería Demel hace más de dos siglos que ofrece dulces tradicionales de herencia familiar. La emperatriz Sisí fue una devota de sus violetas confitadas. Por último, en la repostería Oberlaa nos espera una amplia variedad de pasteles, bizcochos y bombones: una perdición para los golosos más indecisos.
Cierren los ojos y saboreen estas maravillas azucaradas mientras evocan la canción de Leonard Cohen: “This waltz, this waltz, this waltz, this waltz... And I’ll dance with you in Vienna, I’ll be wearing a river’s disguise...”.
¡Viaja a Viena con nosotros!
Cafetería en Viena. | arssecreta / ISTOCK
Por algo los francófonos utilizan la palabra viennoiserie –que es sinónimo de pastelería de lujo, fina o de fantasía– para todas las delicias como cruasanes, pain aux raisins (panes con uvas pasas), brioches... Casi 180 años después no hace falta ser de la realeza para deleitarse con un pastel, y la capital austríaca ofrece un recorrido que seguro endulzará nuestro viaje.
Cultura del ‘Kaffeehaus’
Viena no se concibe sin sus pastelerías y sus más de 1.000 cafés y casi 200 café-konditoreien, cafés que producen y venden su propia pastelería. De hecho, desde el 10 de noviembre del 2011 esta tradición que comenzó en el siglo XVII se considera Patrimonio de la Humanidad. Los hay de todo tipo, desde los más clásicos y distinguidos hasta los más modernos. Visita obligada merece el Café Museum, donde acudía el pintor Gustav Klimt, así como el Café Landtmann, estrechamente ligado al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
Edificio Secesión. | Creativemarc / ISTOCK
La cultura del kaffeehaus es única como punto de encuentro social y cultural todavía hoy. Sentados disfrutando de una taza y un trozo de pastel, seguro veremos a gente de todas las edades leyendo el periódico, un libro, charlando alegremente o escuchando a los músicos que suelen aderezar ese tentempié sublime tocando el piano o el violín.
Café Sperl. | _nf / ISTOCK
Los vieneses más jóvenes, que intentan desvincular a la ciudad de su acento imperial, suelen acudir al Café Drechsler, combinación de tradición con un ambiente de estilo moderno, donde al atardecer se puede escuchar música seleccionada por disyoqueis. El Café Sperl, al que acuden los jóvenes intelectuales, fue elegido por David Cronenberg para rodar la película Un método peligroso, protagonizada por Michael Fassbender, Viggo Mortensen y Keira Knightley.
Repostería de ensueño
En el centro histórico se encuentra el Hotel Kaiserhof, edificado en 1896 sobre una fortaleza militar y que aúna tradición y elegancia, el marco perfecto para saborear su strudel de manzana o la tarta Gugelhupf. Cerca de allí se encuentran el Café Sacher, donde se puede probar la receta original de la legendaria tarta.
Tarta Sacher. | Ikedamasa / ISTOCK
La pastelería Demel hace más de dos siglos que ofrece dulces tradicionales de herencia familiar. La emperatriz Sisí fue una devota de sus violetas confitadas. Por último, en la repostería Oberlaa nos espera una amplia variedad de pasteles, bizcochos y bombones: una perdición para los golosos más indecisos.
Cierren los ojos y saboreen estas maravillas azucaradas mientras evocan la canción de Leonard Cohen: “This waltz, this waltz, this waltz, this waltz... And I’ll dance with you in Vienna, I’ll be wearing a river’s disguise...”.
¡Viaja a Viena con nosotros!
Anna Tomàs
Fuente: Viajar
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