Esta bebida es el vehículo de un lenguaje no verbal exacerbado, que todos de manera consciente o inconsciente sabemos leer...
Las hojas del té han sido siempre famosas por sus predicciones acertadas, pero para leer a una persona los granos de café son infalibles: basta con preguntar por cómo lo bebió esta mañana.
Yo por ejemplo, hoy pedí un latte doble (jamás sencillo), porque no soporto la escasez; con leche de almendra, porque la lactosa después de los 25 años es un asunto un poco más serio, y claro, con dos sobres de endulzante amarillo.
Nunca consumo azúcar en mis bebidas. Mi cafetería de confianza no es de especialidad, es más bien un recinto frente al parque que recibe a señores, gente que pasea a sus perros, corredores, y una que otra mesa con conversaciones en inglés. Estando ahí sentado he podido aprender más que en muchas aulas.
Así, logramos descubrir a los más estrictos: negro y sin azúcar; a los más apasionados interesadisísimos por el origen y tostado del grano y, por supuesto, el método de extracción. Chemex es el que tiene más adeptos.
De tal forma, podemos decantarnos por cafeterías, zonas, o quienes frugalmente lo preparan a diario en casa, aunque es un error encasillarlos injustamente, pues el café en casa tiene mucho que decir, es una oportunidad para dejar hablar a la creatividad; más dulce en los días fríos, para quienes la vida ha sido más bien amarga últimamente, frío para los de sangre caliente y muy caliente para los de sangre fría (cuidado con ellos).
Y de este modo, la vida va pasando y los ánimos cambiando al son de la orden de café. Es por eso que ir a ‘tomar un café’ con los amigos es un ritual tan especial, el café es vehículo de un lenguaje no verbal exacerbado, que todos de manera consciente o inconsciente sabemos leer.
Los solteros que no quieran perder tiempo, hagan de su primera cita un café. De igual forma para distintas circunstancias: clientes, café, amigos, café, compañero de viaje, café.
Es así, que entre granos -de altura o no- tenemos la oportunidad de conocer un poco más del otro y aún más de nosotros mismos, desmintiendo que la lengua franca es el inglés, en realidad es el café.
Santiago Garrido
Fuente: Gastrolab
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