- El verano es ideal para los vinos frescos, sobre todo blancos o rosados, que admiten refrigeración. A la hora de sentarse a la mesa, el maridaje es todo.
- Hierbas y vinos
Servir platos de pescado o ave con vinos blancos o rosados es un clásico y el verano, de paso, se presta para probar etiquetas nuevas. Pero, ¿cómo elegir la variedad adecuada de acuerdo al tipo de carne?
El sitio Vinómanos publicó esta semana una guía para elegir los vinos blancos para acompañar platos de pescado teniendo en cuenta desde el tenor graso de la carne hasta la temperatura a la que se servirá la bebida.
En la variedad es la clave: no es lo mismo un Torrontés aromático que un Riesling cítrico y mineral. En ambos casos será difícil incluirlos en el menú porque tienen mucha personalidad, lo que no ocurre con los Chardonnay o Sauvignon Blanc, que son todavía más amigables si no tuvieron paso por barrica.
Todo está en el estilo: los vinos dulces, como un Riesling cosecha tardía, serán una opción excelente para una tabla de quesos pero se llevarán mal con un plato a base de pescado. Lo mismo pasará con los fortificados, pero no así con el jerez, los varietales jóvenes o los blends donde se busca un equilibrio.
En el caso del Jerez, el Manzanilla queda particularmente bien con boquerones, sardinas y olivas porque es seco y fresco, lo que logra un equilibrio con el sabor umami del pescado y evita que la persona sienta un gusto metálico en la boca al tomar la bebida.
Tiempo de cosecha: los vinos blancos jóvenes ganarán siempre la pulseada por sentarse a la mesa a comer pescado. Lo ideal es que la botella tenga uno o dos años de antigüedad como máximo, salvo en el caso del Semillón, que puede aguantar un poco más.
Quedan afuera las etiquetas que hayan tenido más de seis meses de crianza en barrica.
Cuanto más fresco, mejor: con los frutos de mar conviene tomar vinos blancos frescos, jóvenes y, por qué no, bajos en alcohol. Una buena medida es que tengan 12,5% grados o menos de contenido etílico.
Nobleza de origen: los vinos blancos originarios de climas fríos, como los patagónicos, los del Alto Valle de Uco en Mendoza y los cosechados en rincones oceánicos, suelen ser moneda puesta a la hora de maridar con pescados.
La gracia del pez: se suele considerar la carne de pescado como un plato magro, pero en casos como el atún, el bonito o el boquerón tienen un tenor graso que hay que tener en cuenta al elegir el vino para acompañarlos.
Los pescados azules combinan bien con los vinos blancos intensos y para el salmón rosado y la trucha se puede hasta cruzar la frontera hacia el rosado o el Pinot Noir. A la merluza, el salmón blanco, el mero y el lenguado les quedará mejor una elección más ligera.
Temperatura de servicio: el verano está a pleno y salir a comer los frutos de mar es un plan obvio en ciertos destinos turísticos, pero la experiencia será más o menos exitosa dependiendo del frío de la botella. En la copa el vino blanco se calentará rápido, así que se recomienda pedir una frapera con hielo para mantener la magia intacta.
Fuente: Minuto 1
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