El chef francés Jacques Maximin sentenció: "Crear no es copiar". Pero, ¿cómo se desarrolla la creatividad en los fogones?
Ferran Adrià suele citar una frase de un famoso chef francés, Jacques Maximin, un personaje fogoso, creativo, generoso y de fuerte carácter (no en vano se le conoce como el Bonaparte de los fogones). La frase, que a menudo se atribuye al propio Adrià, que se la cree absolutamente y la hace suya es: "Crear es no copiar”.
Hay muchas interpretaciones sobre lo que es la creatividad. La más simple es la capacidad de generar nuevas ideas. Otros la definen como la capacidad de encontrar cosas nuevas a partir de otras ya existentes. Se atribuye a Einstein la frase: “Creatividad es ver lo que todos ven y pensar lo que nadie ha pensado nunca”. En cualquier caso es una consecuencia de la evolución del cerebro humano y es una de las actividades gobernadas por el mismo.
No sabemos si hoy podemos confiar la creatividad a la inteligencia artificial y al “chatGPT” pero la realidad es que el ser humano aún es un ser que se gobierna a sí mismo y produce (y diseña) cosas nuevas que utiliza para su provecho observándose a él y a los demás.
La creatividad se desarrolla en base a tres principios: conocimiento, motivación y un entorno adecuado. Tomemos, por ejemplo, el mecanismo de creación de un artista, un músico, un compositor. Sin dominio de instrumentos musicales, de las normas básicas de composición, armonía, ritmo, etc… difícilmente llegará a componer algo decente y deberá conocer las normas del solfeo para escribirlo. También necesitará conocer lo que han hecho otros compositores para conseguir algo original. La motivación es necesaria para soportar la dureza que supone dominar lo anterior y querer ser un compositor de éxito. Y si es cierto que puede crear en muchos ambientes también lo es que es difícil crear algo decente en el patio de una escuela durante el recreo o en el vagón del metro.
Lo que vale para el músico vale para un pintor o un escritor. Conocimiento de técnicas y materiales para el pintor, voluntad de ponerse con los pinceles durante horas y un espacio donde guardar las telas, las pinturas y para poder mezclar pigmentos. La visita al estudio de Joan Miró en su fundación de Palma de Mallorca revela un espacio idóneo para la creación, con un almacén de cientos de objetos, desde piedras a conchas, pasando por ramas de forma curiosa y plumas de ave, que le servían de inspiración.
Los escritores quizá necesiten menos espacio pero cada uno tiene sus preferencias de orden y desorden del lugar de trabajo. Algunos, como Hemingway, escribían de pie, otros en la cama, como Pla; los más, sentados.
No sabemos si cocinar es o no un arte. Esto depende de quien quiera definirlo como tal pero seguro que es una actividad creativa y que permite una gran autorrealización (tan necesaria hoy). Sí que cocinar es pura artesanía y que puede devenir en arte. Los oficios artesanos se aprenden repitiendo una y otra vez, y sí, copiando de lo anterior. Cuando una pieza sale mal, se tira y se repite. A veces lo conseguido es mejor que lo anterior y se añade esta pequeña o gran innovación al conocimiento adquirido.
La persona que cocina, profesional o no, necesita conocimiento que adquiere copiando y también equivocándose. Recordamos cuando, observando que nuestra madre freía los huevos en abundante aceite, hicimos una tortilla en la misma sartén aprovechando que se había roto el huevo al cascarlo. El resultado lo pueden imaginar: una masa amarilla que primero se hinchaba y después, en el plato, decaía fatalmente en un charco de aceite. No lo volvimos a repetir: aprendimos que la tortilla se hace con poco aceite.
La participación de los niños
Cocinar es creativo, es un placer y es estimulante. Cocinar entre y para varias personas, familia y amigos, es motivador, es un momento para disfrutar. Y todos pueden cocinar, si quieren hacerlo. Pero no se puede cocinar de la misma manera en una cocina tradicional, casi unipersonal, como se han venido diseñando hasta hace poco, que en una cocina abierta y luminosa con espacio para varias personas que participan en la producción y en el disfrute del comer en el mismo sitio.
La cocina bien diseñada es también un ámbito para la educación. La participación de los niños en la cocina es una escuela de buenos hábitos y de convivencia. Trabajar ayudando a pelar patatas, desgranando habas o guisantes, colaborando en los guisos, vigilando el fuego, es una forma de aprender a comer, base muy importante de una buena salud.Noticias relacionadas
En la cocina en común, en las tareas relacionadas directamente con el cocinar y comer, o con las tareas complementarias de preparar, recoger y limpiar, se aprende el trabajo en equipo y la comunicación, se desarrolla el sentido del gusto, la noción de calidad, la paciencia, el autocontrol y la dosificación de las cantidades y del tiempo.
La arquitectura y el diseño cambian con la cultura. También las cocinas cambian con la cultura del comer.
Jordi Montaña e Isa Moll
Fuente: El Periódico
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