Cuando se trata de saborear un buen café, no todos los métodos de preparación son iguales |
- Rescatar el sabor genuino del café no significa renunciar a los lattes, cappuccinos o macchiatos
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Todos hemos tenido ese momento en el que, tras dar un sorbo a nuestro café, nos hemos quedado pensando: “¿Esto realmente sabe a café?”. Si has estado ahogando tu café en un mar de leche, nata y siropes varios, es posible que hayas perdido de vista el verdadero sabor de esta bebida llena de cafeína.
En el deseo de experimentar y satisfacer paladares cada vez más exigentes, muchas veces se añaden una variedad interminable de ingredientes que, aunque pueden resultar deliciosos, enmascaran el verdadero sabor del café. Es como visitar un museo y ver una obra maestra detrás de una cortina; se sabe que está ahí, pero no se puede apreciar en su totalidad.
Cuando se trata de saborear un buen café, no todos los métodos de preparación son iguales. Harvard, una institución conocida por su excelencia, ofrece algunas pautas que pueden transformar la experiencia cotidiana de beber café en un momento verdaderamente sublime.
Sigue los consejos de Harvard para volver al sabor original
Lo primero y fundamental es la frescura. El café debe prepararse y consumirse el mismo día para garantizar que su sabor sea óptimo. Así como el pan recién horneado tiene un aroma y sabor incomparables con el del día anterior, lo mismo sucede con el café. El café viejo o recalentado puede perder su esencia y resultar en una bebida insípida.
Además, la pureza es esencial. Si bien muchas personas disfrutan de adiciones como la leche, la nata, los siropes y otros endulzantes, estos ingredientes pueden eclipsar el verdadero sabor del café. Más allá de solo alterar el sabor, la inclusión de ciertos aditivos puede agregar componentes poco saludables al café, como azúcares adicionales o grasas saturadas. Por lo tanto, si lo que se busca es una experiencia auténtica y beneficiosa para la salud, es recomendable optar por un café sin aditivos.
La proporción es otro aspecto crucial. Asegurarse de tener la cantidad correcta de café molido en relación con el agua es vital para obtener una bebida equilibrada. Según los expertos, la proporción ideal suele ser de una a dos cucharadas de café molido por 150 mililitros de agua. Esta medida garantiza que el café no sea ni demasiado débil ni excesivamente fuerte.
Por último, un detalle que podría sorprender a muchos: nunca se debe reutilizar el café molido en una cafetera. Tal práctica puede resultar en una bebida sin cuerpo y carente de sabor. El café molido ya utilizado ha perdido gran parte de sus aceites esenciales y compuestos aromáticos, por lo que reutilizarlo sería similar a intentar extraer sabor de una fruta ya exprimida.
Rescatar el sabor genuino del café no significa renunciar a los lattes, cappuccinos o macchiatos, que son tan apreciados. Más bien, es una propuesta para hacer una pausa y, de vez en cuando, disfrutar de una taza de café puro, sin aditivos, para poder sentir su auténtico sabor.
Fuente: Mundo Deportivo
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