La vista, el olfato y el gusto son tres sentidos clave para diferenciar si un vino es bueno sin tener apenas conocimientos sobre el tema
Quienes no están familiarizados con el mundo del vino podrían sentirse intimidados ante la idea de valorar una botella, principalmente, por falta de conocimientos específicos y de experiencia. Sin embargo, no hace falta ser un gran especialista para distinguir entre un buen o un mal vino. La clave está en tener en cuenta una serie de conceptos y fijarse en aquello a lo que los expertos siempre prestan atención. De esta manera, se podrá incluso pasar por experto en vinos aunque no se tenga mucha idea. Para ello, el primer paso es quitarse la vergüenza, como aconseja el sumiller Toni Gerez, del restaurante con estrella Michelin Castell Peralada (Girona).
No hay por qué tener miedo a equivocarse o a meter la pata a la hora de dar una opinión acerca de una botella de vino. Tan solo con seguir unos consejos resultará sencillo aportar una serie de observaciones durante la próxima cena con amigos o con los compañeros de la empresa. Es el momento de agudizar los sentidos de la vista, el olfato y el gusto.
Consejos para aparentar que sabes de vino sin tener ni idea
La forma adecuada de valorar un vino es analizándolo paso a paso. Solo al final de haberlo estudiado con cada sentido se podrá emitir un juicio sobre este. El primer turno le pertenece a la vista, seguida del olfato y, para terminar, el gusto.
¿Cómo opinar sobre un vino sin tener ni idea?
- Distinguir si es joven o viejo mediante el color. Toni Gerez insiste en la importancia de observar el vino. Los primeros suelen presentar tonalidades intensas, como púrpuras o rojos. En cambio, los segundos van perdiendo esta viveza y se apagan, dando lugar a colores anaranjados, amarronados o granates. En lo que se refiere a los vinos blancos, los jóvenes tendrán matices amarillos verdosos, y los viejos, más bien dorados o ambarinos.
- Identificar los distintos aromas. Uno de los pasos más interesantes para muchos, que casi se lo toman como un juego, y que se basa en tratar de percibir todos los matices aromáticas de un vino. Estos pueden ser frutales, a frutas rojas o cítricos; florales, por ejemplo, a rosas o jazmines; también vegetales, como el pimiento; lácteos, a leche o queso fresco. Incluso otros como son los amaderados o especiados. Esto dará muchas pistas, por ejemplo, las frutas verdes o maduras delatan a un vino más consistente, según explica el experto.
- Segundo intento. Este es el clásico momento de colocar la copa sobre la mesa y agitarla suavemente. Así se podrán percibir más aromas que quizás habían sido pasados por alto, según explica Gerez.
- Saborearlo. Es el momento del sentido del gusto y, por tanto, de dar un sorbo. Aquí, la clave para determinar si un vino es bueno o no está en el equilibrio entre la acidez y la sequedad de este. En el caso de que se perciba muy ácido y muy seco o lo contrario, no se trata de un buen vino, ya que no cumple con el criterio de la armonía entre estas dos cualidades.
- ¿El vino está malo? Si el tapón o corto huele a moho o el sabor del vino es muy amargo o recuerda al vinagre, mejor será abrir otra botella diferente.
ALEXANDRA ROIBA
Fuente: La Vanguardia
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