La gelatina de vino tinto fue el producto por excelencia de la cata de vinos que se celebró ayer en el Pueblo de Asturias. Es como la gelatina de toda la vida y se utiliza como acompañante de multitud de productos: queso, carne, pollo... E incluso «hay gente que la desayuna con una tosta», explicó Úrsula Álvarez Menéndez, quien se dedica a promocionar los vinos de Cangas. El alcohol se evapora, por lo que solo queda el sabor del vino y el color. «La primera impresión es siempre de asombro, pero una vez que lo prueban, les gusta», añadió. «En general, se trata de vinos asequibles para todos los bolsillos», sostuvo Álvarez. Los precios oscilan entre cinco euros, el más barato, un Pesgos joven, hasta los doce euros de un vino de autor, Monasterio de Corias
En la cata celebrada con os vinos de Cangas hubo de todo:tintos (jóvenes, de crianza, y de autor), blancos y crema de orujo. Los más vendidos fueron los jóvenes, «suponemos que por el precio».Mientras los aficionados se deleitaron con las distintas modalidades, los más animados, se atrevieron a bailar al son de las gaitas que amenizaron la cata a lo largo de la jornada.
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