Por años hemos escuchado historias terribles sobre los carbohidratos y su efecto en nuestro organismo, sobre todo a nivel de las dietas. La frase más común que se suele escuchar es que éstos engordan. Pero ¿cómo puede engordar un alimento que le ofrece al organismo energía vital para conservar su salud?
Los carbohidratos, también conocidos como glúcidos, hidratos de carbono o sacáridos, son “moléculas orgánicas compuestas por carbono, hidrógeno y oxígeno. Son solubles en agua y se clasifican de acuerdo a la cantidad de carbonos o por el grupo funcional que tienen adherido. Son la forma biológica primaria de almacenamiento y consumo de energía” (Wikipedia)
¿Qué significa esto? Significa que los carbohidratos es uno de los tres macronutrientes (los otros dos son las proteínas y las grasas) que requiere el organismo para producir energía y que, junto a las vitaminas y minerales, mantienen la salud de nuestro cuerpo.
Los carbohidratos se encuentran en una gran variedad de alimentos: frutas, verduras, legumbres, leche, maíz, fideos, papas y panes. Cuando los consumimos, ciertas enzimas los descomponen para producir la glucosa que es la fuente de donde el organismo obtienen la energía.
Anteriormente los carbohidratos se dividían en simples y complejos. Pero como esta división no explicaba las formas en que el organismo procesa los distintos tipos de carbohidratos, surgió una nueva clasificación según su índice glucémico (que se refiere a la concentración de glucosa en la sangre). De esta forma tenemos alimentos con IG bajo y alimentos con IG alto.
Los alimentos con IG bajo proveen al torrente sanguíneo de un suministro gradual de glucosa. Los alimentos con IG alto producen una liberación rápida de energía. Esto significa que si uno consume la misma cantidad de energía (calorías) en alimentos de ambos tipos, los de IG bajo lo harán sentir más satisfecho y con más energía por un lapso de tiempo mayor.
Algunos alimentos con IG bajo: Fideos y pastas, lentejas, manzanas, peras, naranjas, uvas, yogur bajo en grasa, chocolate, avena, aceitunas, maní, nueces, fresas y ciruelas.
Algunos alimentos con IG alto: Pan (blanco o integral), papa (asada, frita o puré), miel, arroz blanco, los dátiles, las bananas, la crema de trigo, plátano, refrescos, piña, azúcar blanca.
El asunto no es cuál engorda más o no. El asunto es saber cuál es la intensidad y la duración de la respuesta glucémica que necesitamos según la actividad que realicemos durante el día. Para ello podemos tomar en cuenta el tipo de carbohidrato, nuestro metabolismo y la hora en que ingerimos el carbohidrato.
La ausencia de carbohidratos en nuestra dieta diaria tiene consecuencias que pocos conocen. Aquí les nombramos las más importantes:
- Privamos a nuestro cerebro de su combustible. El cuerpo humano utiliza los carbohidratos como glucosa para generar energía. La única fuente que utiliza nuestro cerebro es la glucosa, ninguna otra. De hecho es el órgano que más la consume.
- Afectamos la estructura de los órganos del cuerpo y las neuronas. Las proteínas se encargan de la formación de tejidos, hormonas y anticuerpos. Si uno no ingiere carbohidratos, nuestro organismo buscará la manera de producir energía, convirtiendo las proteínas en glucosa en un proceso llamado gluconeogénesis, desviando a las mismas de su principal función. Por esta razón, los nutricionistas llaman a los carbohidratos “alimentos que preservan a las proteínas”.
- Produce mal humor. Privarnos de los carbohidratos disminuye la secreción de endorfinas bien conocida como la “hormona de la felicidad”.
Sólo nos queda decir que la solución no es eliminar los carbohidratos, ni tampoco comerlos en exceso, ya que también esto es dañino. La solución es elegir los adecuados y consumirlos en cantidades moderadas. En el equilibrio alimenticio está el secreto de nuestra salud.
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