El hedonismo, del griego hedone=placer, es la doctrina donde el bien es el placer y el mal es el dolor. El placer es la felicidad humana, y para mi el placer es el vino, consecuentemente, el vino es la felicidad.
Quien no conozca el vino no entenderá nunca lo que estoy diciendo. Pero si cuando alguien abre una botella, empieza a pensar en todo el trabajo que encierra la consecución de ese líquido fantástico, la sabiduría de su creador, el aporte del terruño, la calidad de la uva utilizada y el amor para su fructificación, disfrutará sin límites de una bebida extraordinaria.
Desde tiempos inmemorables ha sido un protagonista infaltable en las mesas y reuniones. De hecho el ritual del brindis es milenario y dicen que nació en la Grecia antigua.
Hoy sigue siendo un símbolo de festejo el mero acto de descorchar una botella y compartirlo con otras personas.
El vino encierra algo muy difícil de describir, pero desde el momento en el que se escoge en la tiendas ( o en la carta de vinos de un restaurante) hasta el momento de degustarlo es algo verdaderamente cautivante. Basta con observar como hasta los que no toman vino hacen silencio en el momento del descorche o cuando se lo prueba para ver si es este apto para consumo… como esperando el veredicto para continuar con lo que estaban haciendo.
Quien no conozca el vino no entenderá nunca lo que estoy diciendo. Pero si cuando alguien abre una botella, empieza a pensar en todo el trabajo que encierra la consecución de ese líquido fantástico, la sabiduría de su creador, el aporte del terruño, la calidad de la uva utilizada y el amor para su fructificación, disfrutará sin límites de una bebida extraordinaria.
Desde tiempos inmemorables ha sido un protagonista infaltable en las mesas y reuniones. De hecho el ritual del brindis es milenario y dicen que nació en la Grecia antigua.
Hoy sigue siendo un símbolo de festejo el mero acto de descorchar una botella y compartirlo con otras personas.
El vino encierra algo muy difícil de describir, pero desde el momento en el que se escoge en la tiendas ( o en la carta de vinos de un restaurante) hasta el momento de degustarlo es algo verdaderamente cautivante. Basta con observar como hasta los que no toman vino hacen silencio en el momento del descorche o cuando se lo prueba para ver si es este apto para consumo… como esperando el veredicto para continuar con lo que estaban haciendo.
Deby Béard | Opinión
Fuente: cronica.com.mx
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