¡No cambiemos nuestros hábitos alimenticios ni los de nuestros niños!, ¡Evolucionemos con ellos!,
Estimulando lo Humano en el comer, Cocinar: el disfrute, la posibilidad de crear, descubrir y aportar.
Muchos padres se me han acercado con la inquietud y preocupación de que sus hijos no comen bien. A unos no les gusta comer, otros sólo comen comida chatarra, o si no, siempre lo mismo. Y preguntan “¿Será falta de disciplina?”
Debo comenzar por decir que en ello intervienen muchas variables, desde factores biológicos o médicos, psicológicos, hasta los aditivos que se incorporan en algunas de las comidas rápidas. Pero principalmente, nuestro mal comer y el de nuestros niños encuentra su mayor causal en el ritmo ajetreado y exigente que llevan los padres en la cotidianidad.
El agotamiento de nuestra vida diaria, el tráfico, el presupuesto que no alcanza, las mil y un labores hacen que, al llegar a casa, nuestras ideas culinarias estén agotadas y se nos hace más difícil tomarnos el tiempo de preparar una buena comida en casa y no sucumbir ante alguna pataleta que reclame la chuchería favorita.
¿Y qué voy a hacer yo como psicóloga y ser humano perteneciente a esta cotidianidad? Ni de broma regañarlos porque comen mal, o decirles que dejen de comer lo que comen y que coman otra cosa. Me corresponde pensar un poco más allá de lo evidente, del deber ser, de lo que se supone deben hacer los padres e intentar buscar vías que, más que promover el cambio, promuevan la evolución y el desarrollo de una vida digna. Así abrimos espacio a las posibilidades, al hecho de que comer sano es una necesidad y también una posibilidad de disfrute, de la cual sólo tenemos el privilegio de gozar los seres humanos y no los animales. ¡Cocinar es humano!
Así al hablar de los hábitos alimenticios de los muchachos, resulta favorable intentar pensar en sus padres, sus creencias, sus gustos y posibilidades, y así comenzar a comentarles que el comer no es solo una necesidad´, es una posibilidad de disfrutar que nos invita a mover el músculo de la voluntad, pensando, quizás soñando con algo que queramos probar, algo que queramos saber.
El cocinar nos permite un espacio para descubrir, para escapar silenciosamente de nuestras oficinas simplemente pensando en qué comeré hoy, en si pararé en el supermercado y en aquel quesito fresco con un tomatico.
Así como hoy en día existen posibilidades de saber qué es sano, también existen los conocimientos que nos permiten hacer posible nuestros gustos. Ahí podemos hablar de algunas combinaciones a la hora de preparar la comida y lo fascinante que puede llegar a ser descubrir el mundo que está detrás de comer: el cocinar.
Para nuestros muchachos, lejos de obligarlos a comer sano podemos invitarlos para que, poco a poco, como seres humanos, se vayan haciendo autónomos y aprendan a tomar decisiones bajo el conocimiento ajustado a su edad, para que comiencen a pensar, sentir y darse cuenta de lo que hacen, que no sólo coman lo que se les antoja o lo que se les ofrece, sino que comiencen a mover el músculo de la voluntad a través de la curiosidad y la participación.
¿Y qué mejor forma de hacerse conscientes de lo que comen que aprendiendo a cocinar?, qué mejor forma de crear alternativas de comida que aprendiendo y disfrutando al prepararlas, conociendo los ingredientes, aprendiendo a cocinarlos, viviendo lo que sucede cuando se combinan, la razón de las recetas, lo que sucede cuando no se siguen, y así la razón de las normas y las indicaciones médicas, etc.
Evolucionar en nuestros hábitos alimenticios es expandir nuestra capacidad de disfrute, no sólo de lo que comemos sino de la experiencia vibrante que hay en el cocinar. Es descubrir la diversidad que una cocina es capaz de albergar y que nuestras manos, poco a poco, logran transformar.
Anabella Barrios
No hay comentarios. :
Publicar un comentario