viernes, 28 de enero de 2011
@YvisMata y su Cara de Hola: La auténtica simpatía de Mendoza.
Casi toda su vida profesional José Méndez Mendoza, mejor conocido como Mendocita, la ha dedicado con orgullo y esmero a ser mesonero del Hotel Tamanaco Intercontinental Caracas. Y desde que se conoce – y lo conozco- siempre anda con su Cara de Hola estampada en su rostro, solo que la impregna de gestos y emociones que le dan un brillo de alegría a su mirada cada vez que saluda, atiende o se despide de un cliente.
Mendocita:¡Caramba!, ¿cómo está?, ¡Qué gusto verla otra vez! ¿Qué la trae por aquí de nuevo?
Yvis: Excelente, gracias…Estoy coordinando los detalles de un taller que daré mañana sobre Atención Profesional al Cliente.
Mendocita: ¡Qué bien!, eso es muy interesante y necesario. ¿Y va a ser en este mismo salón?
Yvis: Sí, dos días seguidos…
Mendocita: Bueno, aquí estaremos para apoyarla en todo lo que necesite y prepararle su cafecito como le gusta.
Yvis: Gracias, ya lo sé…Y Ud. anda contento, como siempre.
Mendocita: ¡Como siempre! Hay que mantener el espíritu que uno se crea
Y así Mendoza, conversa animada y respetuosamente mientras trabaja y está pendiente de todos los detalles que el organizador o algún asistente del evento necesiten. Pero su conversación, no se limita a una cordial formalidad, él realmente es un maestro de la auténtica simpatía.
La simpatía es una actitud de agrado genuina que una persona “que atiende” le expresa a otra “atendida” para hacerla sentir bienvenida, cómoda o reconfirmada. Saludar con simpatía, por ejemplo, es detenerse expresándole al cliente, con una sonrisa sincera y una mirada sostenida (en sus ojos), una frase que comunique que su presencia goza de nuestra consideración. Hay gente que saluda con giros de cortesía: Buenos días, ¿cómo está? O ¿a su orden?, ¡pero no ponen ningún matiz en su voz o en su sonrisa! Y se limitan a dar un saludo formal, lineal y distante; educado sí, pero carente de simpatía...
Tampoco nos referimos a eso de “hacerse el simpático”, que por el deseo de sobresalir en el grupo de trabajo o mal interpretar la confianza que dan algunos clientes, compañeros o jefes, los empleados pierden su rol y terminan irrespetándolos “simpáticamente”.
La auténtica simpatía es como la que nos enseña Mendoza: “Hacer todo lo posible para que todos se sientan bienvenidos, cómodos y felices” Máxima que también dice practicar en su casa, cuando le prepara y sirve el cafecito a su esposa.
Hasta la próxima Cara de Hola.
Yvis Mata
Fotos: Boris Plotnikov
Fuente: http://yvismata.wordpress.com
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