En el mundo gourmet existen muchas tendencias pero nada es totalmente cierto. La única verdad es que nadie es un experto, mas si un conocedor por la experiencia adquirida al intentar una y otra vez cientos de cosas que se dicen, se creen, se leen y que a veces ocurren en el momento. Basado en esta premisa es innegable el hecho de que muchos de nosotros optamos por escoger lo común por miedo a lo desconocido, a probar algo nuevo. Es increíble como la mayoría de la gente siente temor a cocinar, a comprar una botella de vino, a degustar un vegetal extraño, entre otras cosas. Recuerdo, como una fotografía, las caras de las personas cuando les digo que voy a una cata de aguas o que tomo fotografías de las etiquetas de los vinos que pruebo.
Si se siente identificado con esta descripción, debo decirle que una vez fui como usted y quiero invitarle a experimentar. Normalmente, un chef cuenta todo lo que sabe cocinar, un sumiller se jacta de la cantidad de vinos que ha probado, un mixólogo puede asombrarte con la cantidad de tragos que puede preparar mezclando ingredientes, y así muchos entendidos en la materia que dedican su vida al mundo gourmet. Pero gente como usted y como yo, quizás solo nos gusta comer, tomar un buen vino, acompañar el postre con un agua mineral fresca y, quien dice que no, hasta tomarse una buena cerveza con los amigos.
Es aquí donde empezamos por aprender la primera lección: nada es lo mejor si no nos gusta. No hay mejor primer paso que conocerse a uno mismo probando todo lo que esté a nuestro alcance de probar y determinando que es lo que nos gusta y que no.
En cientos de charlas escucho decir frases como “No me gusta el vino blanco/tinto”, aquí aprendemos la segunda lección: no generalizar. Hay más de 18.000 cepas conocidas con sabores distintos en todo el mundo; así que, si no le gusta una, intente con otra.
Pero lo más importante es aprender la tercera lección, y es que en el mundo gourmet todo se basa en armonías de combinaciones. Apuesto a que todos hemos tenido una cena favorita en nuestras vidas, analícela y verá que no fue solo un plato de comida y una bebida. Fue un momento, un ambiente, una música, una nivel de luz, una compañía, un agua bien seleccionada, un jugo, vino, whisky o cerveza que nos gusta, un plato bien elegido y bien preparado, una buena conversación junto a un buen postre y/o un buen café.
Es hora entonces de ver que el mayor disfrute en una mesa no lo hace un determinado elemento, sino un conjunto de decisiones que debemos tomar inteligentemente y no a la ligera como muchas veces hacemos. Tómese su tiempo para elegir y no tenga miedo de experimentar. Tome un papel y anote para recordar qué cocinó y cómo lo hizo. Invente agregando cosas a sus comidas y quizás halle un nuevo gusto para la misma. Tome fotos de etiquetas y así recordará que ha tomado. Combine distintos tipos y marcas de bebidas y comidas. Lea sobre maridajes y armonías, encontrará un mundo que no sabía que existía y probablemente deje de ser un gusto para convertirse en una afición como lo es para mí.
Daniel Delgado
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