Aunque es común escuchar que ya no existen normas para acompañar el vino y la comida, descartando así que las carnes sólo van con tinto y los pescados sólo deben ser acompañados con blancos, sí podemos referirnos sobre ello con ciertas generalidades.
Si realizamos una estadística sobre el lugar de preferencia para emigrar en Semana Santa, podríamos asumir que más del 79% de la población se va para la playa, así que definitivamente debemos pensar en vinos blancos, rosados y espumosos como compañeros de viaje. Para mí son muy recomendables los vinos portugueses en todas sus presentaciones, desde un Vinho Verde hasta los rosados donde lo que prevalecerá será la mínima efervescencia (denominada punta de aguja) refrescante que nos hará disfrutar del sol; además estos tipos de vinos, por su presentación, son muy fáciles de trasladar en cavas sin mucho temor a que se dañen y/o se rompan; no en el caso de los espumosos, ya que al agitarlos mucho pueden hasta descorcharse solos.
Las burbujas son ideales para ordenar en un restaurante junto a pescados y mariscos; particularmente a mí me fascinan con la segunda opción; no obstante, debemos tomar en cuenta el tipo de preparación de la comida para lograr mejores armonías. Con frutos del mar preparados a la plancha o al grill, la opción correcta serán los espumosos elaborados con el usual método charmat del Nuevo Mundo (Chile y Argentina, entre otros). Ahora, si nos encontramos con pastas cremosas de langostinos o cualquier contorno parecido, recomendaría burbujas un poco más complejas como las que posee el champagne, especialmente los blanc de blancs. Un caso especial sería el de la langosta, la cual, para mí, se debe consumir lo más natural posible, y la recomendación por unanimidad sería un champagne rosado.
Cuando encontramos personas alérgicas a los mariscos o que simplemente no son de su agrado, los diferentes tipos de pescado serán una acertada opción; al armonizar algún tipo de pescado, lo primero que se toma en cuenta son los contornos, ya que ellos prevalecerán en el sabor y aroma del plato. Si es un pescado frito clásico con ensalada y tostones, un vino tinto muy joven sin paso por barrica y del Viejo Mundo (España, Italia, entre otros) le irá muy bien; si se elige un salmón y/o atún, podríamos incluir tintos todavía jóvenes, pero con un mínimo de 6 meses en barricas en donde el tanino este más presente para limpiar un poco la grasosidad. Con sushi que no esté elaborado con cremas ni mayonesa, los rosados son ideales; y con los que sí poseen más grasosidad, incluyendo aguacates y/o queso crema, un vino de uva chardonnay le vendrá excelente.
Para el otro porcentaje de personas que buscan refugiarse en Semana Santa en zonas frías, la selección es un poco más fácil. ¡Nada mejor que un buen tinto reserva (sea de Viejo Mundo o de Nuevo Mundo) junto a una chimenea o al aire libre; lo ideal es acompañar este tipo de vinos con aves y pescados al horno o en pastel.
Espero que esta Semana Santa sea para todos una época de descanso y reflexión; no olvidemos mantener nuestras tradiciones y costumbres, además de tomarnos un tiempo de ocio y diversión; coman sano y tomen la mejor bebida natural y medicinal del mundo como lo es el vino; eso sí, con moderación y responsabilidad.
Nos leemos en una próxima entrega.
Vanessa Barradas
Sommelier
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