En el mundo actual, las innovaciones científicas-tecnológicas son diarias y la cotidianidad se desvanece ante lo imprevisto, la sociedad cambia sus comportamientos en lo referente al esparcimiento y acá se involucran principalmente los hábitos de consumo de alimentos y bebidas, siendo éstos, en muchos casos, indicadores de la calidad de vida. Si bien es cierto que los seres humanos se caracterizan por ser sociales, también es cierto que de esa sociedad es de donde se derivan las más variadas exigencias ante situaciones que involucren el placer del paladar, más aún en un país tan rico en materia prima y en creatividad como Venezuela donde la gastronomía es tan extensa como sus fronteras. Muchos estudiosos afirman que el valor de un país o una ciudad no sólo se mide por su desarrollo urbano y densidad poblacional, sino también por la calidad de sus platos y el atractivo turístico con el que se vende fuera de sus fronteras.
Desde esta perspectiva, vemos que la Gastronomía forma parte importante de las expresiones culturales de un país y es el conocimiento de las cocinas locales, regionales o nacionales de gran interés para los turistas, ya que forma parte relevante del disfrute físico y espiritual de la experiencia turística. En este sentido, el patrimonio cultural con relación a la identidad y al cambio es un elemento que debe ser considerado en términos de la competitividad turística de los países. Es por ello que la cultura debe ser gestionada como cualquier otro fenómeno empresarial.
Se ha dicho muchas veces que la gastronomía refleja la cultura de un lugar, o al menos algunos de los rasgos principales de la vida material de ese sitio, pero hay una tendencia a creer que los hábitos alimenticios son casi inmutables y que se mantienen sin variaciones a lo largo de los siglos; así, cuando se habla de un plato tradicional, un individuo puede imaginar a sus antepasados (quizás sumergidos en las tinieblas de la luz de candil o del hogar) comiendo lo mismo que se come ahora.
Sin embargo, la gastronomía es tan cambiante como las condiciones de vida y tan veleidosa como cualquier moda: platos que hasta hace pocos años causaban repugnancia, hoy se antojan como verdaderas delicias; los sabores más delicados de la mesa actual resultarán, quizás, extraños a los paladares de mañana, y no puede ser de otro modo. Que se asocie alguna receta a la infancia no quiere decir, en modo alguno, que formara parte de la infancia de los abuelos: la vida va cambiando en una búsqueda continua de novedades, en un deseo imparable de evitar la monotonía y de alcanzar nuevas metas.
La identidad cultural es un factor clave en la conformación de un destino turístico. El turismo, como una actividad altamente sensible al trato humano, se configura en la identidad de un sitio y de sus habitantes, la cual está formada por el patrimonio cultural tangible (paisaje, arquitectura, pintura) e intangible (tradiciones, costumbres e ideologías) del lugar. Este patrimonio se encuentra ya ontológicamente en los habitantes de esas plazas que se constituyen como personas a través del ambiente físico en el que viven, las tradiciones, los símbolos y la cosmovisión específica de su lugar de residencia, que los marcan como herederos de una cultura.
La gastronomía es parte de ese patrimonio cultural intangible. La alimentación es una actividad esencial para los seres humanos, y dentro de la cultura es un aspecto claro y decisivo de las sociedades. La comida da un sentido de pertenencia colectiva, de cohesión social e identidad. Está intrínsecamente relacionada con los acontecimientos sociales colectivos que caracterizan a los integrantes de una comunidad, y por medio de ella se expresa identidad, costumbres, sentimientos y gratitudes. La comida tiene un puente fraterno entre los diversos actores del acontecer gastronómico, es la forma más íntima de conocer la cultura del sitio que se visita y de reafirmar la identidad propia de la tierra en que se vive.
Pues bien, considerando la inmensa diversidad culinaria con la que cuenta el país surge la siguiente gran interrogante: ¿Puede considerarse la Gastronomía Venezolana un factor importante para el crecimiento de la economía de la nación? ¿Tiene algo que ver la Química Culinaria con esto?
¡Averigüémoslo con entusiasmo! Sin duda alguna es necesario un feedback. Espero sus comentarios.
¡Nos leemos la próxima semana!
Georjay Romero.
MSc. Ciencias de Alimentos.
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