¡Llegaron las vacaciones!
Los niños están felices de no tener tareas ni obligaciones, pero para muchos padres puede ser una gran preocupación no saber cómo ocuparlos, distraerlos y mantenerlos seguros mientras ellos siguen haciéndose cargo de sus obligaciones, y más aún cómo hacer de sus vacaciones una experiencia nutritiva para su vida.
Recuerdo el alivio de mi madre cuando encontraba un taller vacacional donde inscribirnos, y su alivio pronto se perdía en mi olvido con el disfrute de las actividades. Hoy vamos a hablar no sólo de algunas opciones para nuestros niños, hoy les contaré también el porqué escogí desarrollar un taller vacacional de cocina Psi-cocina... y es que después de mucho estudiar y dos décadas trabajando con gente, me hallé un día sudando la gota gorda en una pasantía de pastelería, y estando ahí comencé a preguntarme qué era, cuál de mis experiencias en la vida, en mi infancia y mi adultez me permitía desempeñar bien mi trabajo y me hacían capaz de proveerme la felicidad, la felicidad de ganarme la vida dignamente con mi trabajo y, poco a poco, conquistar, acariciar y acompañar a crecer el corazón de quien me quiere y a quien quiero.
Poco a poco, mientras amasaba y recogía, limpiaba, cocinaba, preguntaba, observaba y sentía a la pastelería, fui deconstruyendo en términos de procesos psicológicos dos cosas: mis experiencias de vida, que resultaron nutritivas y me encaminaron al éxito y salud; y los procesos psicológicos que estaban presentes en el ejercicio de la cocina profesional, encontrando una mina de oro en esta última que me permitía ejercitar, fortalecer y desarrollar destrezas para defenderme y estar preparada para la vida. Fue así como comencé a decantar y concretar la idea de desarrollar los talleres de Psi-cocina en esta época. Desde hace un par de años, los planes vacacionales buscan desarrollar y fortalecer de forma divertida las herramientas que preparen a los niños para la vida, a través del aprendizaje práctico de la cocina.
Entre paréntesis, ¿cuántas veces no nos quejamos del consumismo en nuestros muchachos?, en que no hacen nada sino que se quedan pegados a la TV o al computador, y ¿cuántas veces en nuestra adultez no nos ha hecho falta resolver situaciones, encontrar soluciones donde no las hay y apreciar las pequeñas cosas de la vida?, o hablamos de tolerancia, de que la gente está muy poco tolerante en la calle; vemos en nuestro trabajo la importancia del buen liderazgo, del liderazgo positivo; la situación económica nos ahoga y nos lleva a sentir que no logramos nada, que es imposible y perdemos las esperanzas; nos hace falta gente considerada, que nos piense, sentirnos parte dé algo, y a la vez poder conservar nuestra individualidad. Cerrando paréntesis, todo esto lo ensayamos en los talleres de Psi-cocina, y es psi-cocina la que me tiene aquí hoy!
Pues mientras los muchachos adquieren la herramienta práctica de la cocina (desayuno, almuerzo, cena y merienda), trabajamos sobre distintos aspectos, mientras descubren lo fascinante que es comer sano y sabroso.
Definitivamente la cocina es un espacio lleno de infinitas opciones para explorar, y es así como, sin siquiera notarlo, los muchachos trabajan el desarrollo del pensamiento científico que tiene mucho que ver con el no quedarse con lo evidente, sino ir un poquito más allá, detenerse, observar y sacarle el jugo a la cotidianidad; por ejemplo ¿por qué todas las sartenes son de metal?, y así abordamos la conducción del calor; o ¿por qué la cebolla que nos hace llorar se torna en algo tan dulce al pasarla por fuego lento?
Y muy ligado a lo anterior, y mucho más allá de la creatividad artística propiamente dicha, también trabajamos sobre el desarrollo del pensamiento creativo que incorpora el disfrute y solución de problemas; como por ejemplo cuando nos falta un ingrediente, ¿cómo lo resolvemos?, o nos quedo todo muy rico, pero ahora ¿cómo hago para que le guste a mi mami o a mi papi y les provoque comerlo?, entonces comenzamos a trabajar la sensibilidad interpersonal, la empatía, el ponerse en los zapatos del otro, para despertar no sólo su capacidad de recibir y comer algo rico sino de dar, de preguntarse qué será lo que le gusta a…, y todo eso lo hacemos en grupo, con niños desde los 8 a los 17 años, y a pesar de unos ser muy grandes y otros muy pequeños, todos trabajamos juntos y aprendemos cómo hacerlo. Sin darnos cuenta desarrollamos nuestras destrezas sociales, logramos nuestro producto, conseguimos la sensación de logro, fortalecemos así muestra autoestima, identidad, sensibilidad social, personal y amor al trabajo .
Y es tanto así, que hasta a mí me ha llenado de vida, de trabajo, de ilusión, innovación y esperanza, al ver cómo funciona en mis alumnos y en mí. A mí psi-cocina me ha abierto las puertas de este espacio que comparto con ustedes, para poco a poco hacerles llegar lo mejor que la psicología y la cocina me han dejado y que ahora transmito junto al Grupo Académico Panadero Pastelero (GAPP).
Los quiero, un abrazo y hasta la próxima.
Anabella Barrios Matthies
Psicóloga de profesión – pastelera de corazón – cocinera en acción
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