El Gourmet Urbano: Fiat Panis por Humberto Silva (@humbertosilvad): Domingo gastronómico de resurrección

domingo, 8 de abril de 2012

Fiat Panis por Humberto Silva (@humbertosilvad): Domingo gastronómico de resurrección

El transcurrir de una semana marcada por un alto contenido religioso llega a su fin, muchos son los que se arriesgan a sufrir las calamidades de colas interminables, del disfrute poco seguro de las cada vez decadentes infraestructuras turísticas de nuestro país, y rogando a Dios que les traiga de vuelta sanos a sus hogares, otros pocos, más afortunados disponen de la seguridad y el confort que les brinda el exterior y una buena parte deciden no salir y disfrutar de una ciudad donde pocas veces el caos es vencido por la parsimonia del descanso y el ocio es protagonista de las distintas opciones que el caraqueño en una semana santa pueda encontrar.

La semana santa nos provee de esa energía espiritual que nos hace pensar y recapacitar sobre la vida, la familia, el trabajo y de todas aquellas razones por la cual existimos. Siempre es reconfortante hacerlo, sin necesidad de darnos golpes de pecho y lanzar promesas incumplibles en los siete templos de la ciudad, el recogimiento espiritual y el deseo de hacer las cosas se pueden lograr donde estemos, con quien estemos e inclusos en la situación, tanto, económica, social, de salud, etc., que estemos. Solo basta hacerlo, y seguro estoy que cada quien a su manera lo ha hecho, y vaya que muchos ahora encuentran la tranquilidad espiritual, por lo menos espiritual, de esa manera.

 

Suelo sentarme con mi familia a recordar, anécdotas, cuentos, etc., de las semanas religiosas que hemos vividos, unas imborrables e inolvidables otras que no valen la pena ni recordar, pero aquellas donde la vivencia, el disfrute el recogimiento hicieron que siempre en cualquier reunión se comentara, se recordara, es simplemente para mi sinónimo de buena compañía, espectaculares lugares y de seguro de una gastronomía propia de la semana mayor.

 

La gastronomía en Semana Santa en nuestro país esta signada por productos que no son del común de los venezolanos, es decir, cada región tiene sus preferencias y cultura-religiosa gastronómica que bien vale la pena probarla aunque sea una vez en la vida, claro está, si esa curiosidad llamada “gastronomía” se encuentra en su vocabulario, de lo contrario no se moleste y coma o pruebe lo que le provoque.

 

Mis raíces margariteñas (abuelo paterno y abuela materna), nos hacían remontar como destino en algunas Semana Santa la siempre atractiva Isla de Margarita, desde niño supe que el Botuto, Guarura o Madre del caracol gigante es un manjar exótico, aspecto poco agradable, casi siempre en veda, pero que remonta hoy en día mis más intrínsecos recuerdos de aquellos productos de mar que estamparon mi paladar. La prima “Fina” de Josefina, por supuesto, aun habita en la isla, exactamente en Pampatar, a pocos metros del Castillo de San Carlos de Borromeo, en una casona con un inmenso patio central, de altos techos de caña brava y tejas de arcillas que tienen sobre sus perfectas ondulaciones más de un centenar de años tostándose con el sol y el salitre, y donde el sonido del mar entra en perfectos acordes musicales, bañando de paz y tranquilidad la casa. Confieso que el mejor “Pastel de Chucho” lo hace la prima Fina, margariteña de nacimiento y conocedora de los productos locales como garantía de la calidad de uno de los platos que marcaron, marcan y marcaran mi semana santa.

 

Guayana hizo que el “pastel de morrocoy” formara parte de esos días cuando de paso hacia la Gran Sabana se me ofrecía en perfecta armonía con casabe, como fiel representante de la culinaria pascual guayanesa. Textura suave, algo homogénea y con un sabor que nos recuerda al hígado, y con el plátano maduro como aliado en la preparación. Del llano y por esas circunstancias familiares que le aproximaban a uno a disfrutar de vacaciones o simplemente como regalos que recibíamos en casa, no faltaba el “Pisillo de Chigüire”, generalmente ya preparado, o en muchas ocasiones salado cosa que mi madre poco agradecía, pero que al final, resultaba un manjar cuando con huevos revueltos lo comíamos. Su sabor nos recuerda estar comiendo carne desmechada pero con una fuerte presencia de componentes a pescado salado, como el bagre. Para hacerlo realmente exquisito habrá que hacer un sofrito típico venezolano, eso sí, con mucho ají dulce, y voila!! Otro plato que en semana santa tiene a sus adeptos.

 

Pero ya termino la semana, para muchos de descanso, para otros de trabajo, pero al final es la semana que nos permitimos para tantas cosas, para encontrar paz interior, para pensar y analizar que será del mañana en tantas incertidumbres que nos arropan constantemente, pero que al fin y al cabo solo nos permite llenarnos de energía para seguir luchando por nuestros hijos y su futuro, no obstante a lo lejos, mientras escribo, mi mente y mi olfato se transportan a ese bacalao al horno que me espera bañado en aceite de oliva extra virgen, con una buena hogaza de pan gallego y una copa de buen vino tinto, para seguir brindando por, la salud, la familia y mi país.

 

Buen provecho!

 

Humberto Silva

Maestro Panadero

 

 

 

 

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