Fiat Panis por Humberto Silva (@humbertosilvad): DE PUÑO Y LETRA, CON ALMA LITERARIA

 

A todas las madres en su día

 Suelen decir de aquellas personas que tienen alguna similitud con un pariente cercano cosas como  estas: “de casta le viene al galgo”, “de tal palo tal astilla”, “lo que se hereda no se hurta”,” hijo de gato caza ratón”, en fin tantos apelativos para describir que somos como especie de un recordatorio de las cosas buenas que hace o hizo ese pariente y que se manifiestan en uno. Digo buenas por que son las que mas se materializan, las malas las obviamos. En mi caso en particular no se manifestó sino mucho después que mi abuelo materno, Don Emiro Duque Sánchez, falleciera, pareciera que esa vena de escribir de hoy día fuera una perfecta transfusión literaria que se me suministrara como un recordatorio de lo que él fue y por vía de mi persona, pudiera seguir transfiriéndose. Pero eso no es todo, que decirles de mi padre, Humberto Silva Cubillán, mas de una veintena de libros publicados en su haber, de índoles tan diversos como experiencias acumuladas en esas canas, que le han permitido dejar plasmado desde relatos históricos hasta diccionarios, desde sus incontables artículos de prensa, hasta el romanticismo que da el escribir sobre el medio ambiente.
 
En vida, mi abuelo, padre de mi hermosa madre, le recordábamos siempre escribiendo, donde fuera de sonetos y poesías nos llenaba, bastaba que esa musa constante, infinita, eterna, le llevara por la mano a escribir cosas tan bellas y llenas de tanta prosa que podía igualmente deleitarnos con una poesía a la mismísima Virgen María, como igualmente las travesuras de una luciérnaga que vagaba enamorada de la inmensidad del llano. No hay descendiente de él que no posea una poesía en su hermoso libro “Humana Lumbre”, aun conservo y me deleito de un libro llamado “Tierra” donde me hizo una poesía por allá en los años setenta, con su rubrica impresa y una dedicatoria de su puño y letra, y de una caligrafía que nos recuerda a los manuscritos de Cervantes.
 
Les confieso algo, este articulo no hablará de gastronomía, ni de panes, ni de cuentos que nos haga salivar, ni que nuestras papilas gustativas se sientan tentadas a saborear el placido pecado de la gula, no, este articulo irá dedicado a todas las madres en su día, aquellas de las cuales la vida nos dieron, la que con dedicación y esmero hicieron de nosotros lo que ahora somos, y como no estar agradecidos por todo ese sacrificio que aun día nuestras madres dedican a sus hijos, a su familia, y como tal considero propicio regalarles para su disfrute; una poesía que mi abuelo Emiro, que a sus escasos diecisiete años le escribiría a su madre, y que a su vez, dicha letra es interpretada en un hermoso vals por las voces de Serenata Guayanesa, que por demás les aconsejo escuchar.
 
Se titula Rizos Blancos.

No son tantos los años, no son tantos,

pero han sido tan crueles, tan acerbos.

No debieras tener los rizos blancos,

Aun debieras tener los rizos negros.

Acaso de dolor dictara acuerdos

el destino en tu diario de quebrantos.

Por eso llevas en tus ojos santos

la atardecida luz de los recuerdos.

Hoy, aunque lejos, madre, te bendigo

y aunque sin estarlo, estoy contigo,

te presiento en el alma de mis cantos.

Que tienen para ti fervor de ruego,

Aun debieras tener los rizos negros,

pero, quizás por mi, los llevas blancos.

Emiro Duque Sánchez

 
Espero que con este poema podamos identificarnos y mantener siempre presente aunque en muchos casos en la distancia de nuestras madres, o de quienes nos criaron, siempre con la bendición que nos conduce por los senderos, de los cuales ellas nos llevaron de la mano, para ser hoy lo que somos, gracias a ellas.
 
Que Dios las bendiga!!

Humberto Silva
Maestro Panadero

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