El consumidor urbanita suele tener entre 30 y 45 años, busca vinos que se adapten a su estilo de vida y, sobre todo, busca vinos que no le dejen indiferente
Aunque aficionado, o iniciado en el mundo del vino, el consumidor urbanita de vinos ha cambiado o adaptado sus gustos por el hecho de vivir en grandes ciudades.
Suele consumir vinos tintos en invierno y los días calurosos o meses de verano incorporar los blancos, rosados y espumosos, incluso como sustitutivo de la cerveza.
Le gusta mantenerse informado, consulta revistas especializadas y frecuenta locales especializados y vinotecas o tiendas gourmet. Le gusta enterarse de las novedades.
Le gusta la cultura del vino, le gusta hablar de vino con sus amigos, y le gusta probar muchos vinos diferentes -le aburre la rutina-, eso si siente debilidad por las marcas y los vinos con mucha imagen.
No sigue un patrón de gasto ni un consumo regular, compra mucho vino en supermercados -buscando ofertas y precios- y consume vino "de la casa" en un restaurante. Pero también le gusta probar de vez en cuando vinos de alta gama.
A menudo consume vino para "relajarse", tras una dura jornada de trabajo, en un bar de vinos y en compañía de amigos.
Le gusta los extremos, vinos con mucho carácter, con largas crianzas y potentes, pero también vinos suaves, frutales y refrescantes.
El consumidor urbanita es un hombre o una mujer que suele tener entre 30 y 45 años, busca vinos que se adapten a su estilo de vida y, sobre todo, busca vinos que no le dejen indiferente.
Fuente: vinogallego.com
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