Una copa de vino blanco y frío. (FLICKR/basheertome) |
- El rosado no es mezcla, es un tinto más claro (con menos intensidad y taninos).
- Una copa de blanco no hay que llenarla demasiado para que el vino no se caliente.
- El cava se debe servir en copas estilizadas para dejar subir el hilo de burbujas.
“Para todos hay algo motivador, por muy diferentes que sean las preferencias de cada uno y el presupuesto disponible para este placer compartido”. Con esta afirmación uno de los directores de El Bulli, Juli Soler, cierra el prólogo del libro 110 vinos para el 2010, del sumiller David Seijas.
Dentro de la gama vinícola también hay alternativas para el verano en el abanico de colores, sabores y temperaturas de los vinos, hay un sinfín de matices que van desde la variedad de la uva, la añada y el suelo en el que crece; hasta su crianza y su coupage.
Hablando de temperaturas, en pleno verano, cuando nos decantamos por las bebidas frías, hay quienes sustituyen una copa de vino tinto por una cerveza (razón tenía Soler cuando hablaba de las preferencias); pero dentro de la extensa gama vinícola también existen alternativas para los meses cálidos –con vinos blancos, rosados, cavas y algún tinto joven–. Basta solo con tener a mano una cubitera con hielo y agua y las copas que hagan falta.
¡Cómo apetece un rosado!
Históricamente, el vino rosado ha tenido mala fama porque se acostumbraba hacerlo mezclando vino blanco y tinto (con un resultado muy poco convincente). Para subir la moral de este vino, es importante saber que se trata de un tinto más claro (con menos intensidad y taninos) porque la piel de la uva tinta se ha dejado poco tiempo en contacto con el mosto.
La temperatura ideal para beber un rosado oscila entre los 14 y 16ºC (más fresco que el tinto). Se puede servir en copas de blanco y de tinto; eso sí, de cristal transparente para aprovechar su color (que puede variar desde un rosa muy tenue hasta un rojo). Los rosados son fantásticos porque pueden estar presentes desde el aperitivo hasta el plato fuerte.
El blanco es el color del verano
Durante los meses de verano nunca viene mal una copa de vino blanco. En primer lugar porque es el acompañante ideal de platos frescos y ligeros de pescado y de ensaladas; y en segundo lugar porque debe beberse a una temperatura de entre 8 y 10ºC (no más frío, para no correr el riesgo de que pierda aroma y sabor).
El blanco se bebe a entre 8 y 10ºC; el rosado, de 14 a 16ºC el calor siempre reclama un buen vino blanco, pero es bueno seguir un consejo: no hay que llenar demasiado la copa para que el vino no se caliente. Siempre es mejor rellenar las veces que haga falta.
La misma recomendación es aplicable al cava, que debe servirse muy fresco (entre 6 y 8ºC), en copas especiales que son muy estilizadas para dejar subir el hilo de burbujas hasta la superficie. Es ideal durante el aperitivo, con pescados frescos o en conserva, y nunca debe enfriarse en la nevera, sino con abundante hielo y agua.
Un tinto joven
Los tintos jóvenes (aquellos que no han envejecido en barrica) son muy frescos y pueden beberse a unos grados menos que los tintos crianza, reserva y gran reserva para resaltar su frescura (entre 12 y 15º C).
Fuente: 20minutos.es
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