El Gourmet Urbano: Para las burbujas ya no es necesario que den las doce

miércoles, 2 de enero de 2013

Para las burbujas ya no es necesario que den las doce

Ahora, los espumantes se han desestacionalizado y no hay que esperar un festejo para beberlos; dulces y en tragos, ganan adeptos

 

Tal como Arquímedes hizo famosa la frase "¡Eureka!" para definir un descubrimiento transgresor, se le atribuye a Don Perignon otra exclamación célebre: "¡Venid, estoy bebiendo estrellas!" Aunque nadie puede afirmar con certeza si la leyenda es cierta, la analogía para describir el extraño placer de tomar ese brebaje dorado y burbujeante que luego se conoció como champagne, quedó en el imaginario popular para siempre. Bebida de cortesanos, de potentados terratenientes y consumidores privilegiados, el vino espumante solía asociarse a ocasiones especialísimas de brindis. Hasta ahora. Una tendencia que creció a buen ritmo en los últimos diez años demuestra que, en la Argentina, todos quieren probar las estrellas. Y el mercado parece haber encontrado una hábil respuesta a esa demanda: alternativas más dulces para cautivar un segmento más amplio de consumidores, y también opciones ultrarrefinadas para los paladares más exigentes.

 

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"Hace diez años, sólo media docena de bodegas producía espumantes. Hoy, todas tienen el suyo", comenta Juan Aznárez, director de la revista Joy, organizadora de Sparkling Nights, la feria de espumantes que se realizó esta semana en el hotel Panamericano con la participación de 28 bodegas. "Sin duda hay un fenómeno: el espumante se consume cada vez más. Y el principal empuje fue la desestacionalización del producto. Antes se tomaba sólo en las Fiestas, en ocasiones especiales, y ahora lo encontrás en todos lados", explica.

Si bien el consumo de espumantes representa aproximadamente el 5% del total de consumo de vinos en el país, el crecimiento es notable: según un relevamiento de la consultora Abeceb.com, en los últimos diez años se pasó de 0,38 litros per cápita a 0,86. Y los números oficiales respaldan este proceso de desestacionalización. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en agosto de este año se consumieron 56.000 hectolitros de espumantes contra 36.000 en enero. El argumento de que sólo se consume en el verano no vale más.

 

La iniciativa de trasladar el espumante más allá de las fronteras del brindis de medianoche fue fogoneada por distintas acciones: el primer paso fue llevarlo a las discos. El envase de 187 cm3 de Chandon fue un hallazgo fundamental para lograrlo, luego imitado por otras firmas. Otra idea que tuvo gran pregnancia fue el combo iniciado por Speed y Novecento que comenzó a instalarse en la noche con fuerza. La combinación de energizante y espumante fue el puntapié inicial para descontracturar un producto cuya bandera era la pureza. "Se dio un cambio en las ocasiones de consumo y la tendencia fue desestructurar. Ahora está permitido combinarlo, armar tragos e incluso ponerle hielo", afirma Fernando Marcos, gerente de Marketing de Bodegas Norton, una de las primeras en dar un paso más allá en la producción de espumantes y que marcó la otra gran novedad que se impuso con fuerza en el país: el espumante dulce. "Cuando lanzamos el primer vino blanco dulce natural vimos una explosión. Entonces decidimos apostar al espumante dulce. Inauguramos esta categoría y resignificamos el concepto: no quiere decir que el que toma dulce no sabe tomar, sino que es la puerta de entrada para quienes no se animaban a probar el espumante", explica.

 

El temor a perder la esencia de luxe del espumante fue el principal fantasma que detuvo durante mucho tiempo esta apertura hacia la variedad entre los productores. Si Freddie Mercury lo dotaba de glamour contando a diestra y siniestra que le gustaba desayunar champagne con frutillas, los creadores del exclusivo espumante Cristal pusieron el grito en el cielo cuando la marca se hizo popular entre los raperos y hip-hoperos estadounidenses. El propio Jay Z terminó repudiando públicamente a la marca y prometió nunca más tomarlo. El "daño" ya estaba hecho. Cristal se impuso como bebida fetiche entre las luces de colores de la noche neoyorquina más que nunca.

 

"Ahora hay respuestas para cada gusto. El dulce capta un segmento que antes no consumía espumante. Es un aperitivo que se puede consumir antes de las comidas y no deja de ser espumante, no pierde esa asociación con el glamour", agrega Marcos, aunque admite que el mercado también exige el desarrollo paralelo de productos súper premium. Por eso la bodega Norton presentó en la feria dos nuevos productos: uno dulce, Norton Cosecha Tardía Rosé ($ 45), y otro seco, el Vintage 2010 Cosecha Especial Brut Nature, que todavía no salió al mercado y costará $ 120.

 

Maridajes exóticos, sabores y aromas originales son sin duda los motores de los nuevos lanzamientos. Mientras algunos enólogos invitan a preparar tragos, sumarle especias y beberlos con el postre tanto como con la entrada, otros se animan a sugerir un extra brut para acompañar un asado. "El espumante es una de las bebidas más versátiles", sostiene Gaspar Roby, director de Enología de la bodega Navarro Correas, aunque reconoce que la firma no se anima del todo a explorar el dulce: "Hemos lanzado innovaciones como mezclar el Chardonnay con el Malbec, y ahora proponemos un Torrontés con cero azúcar, pero muy aromático, delicado y fresco", detalla.

 

Basta recorrer las góndolas de un supermercado y un abanico más que surtido de opciones se pone de manifiesto, señal certera de la demanda existente. "Hay muchas categorías de precios y todas las bodegas ampliaron sus portfolios", dice Juan Aznárez, que se anticipó a este boom hace un lustro y fue el ideólogo de la feria. "Esta explosión se debe a muchos factores: la comunicación que hicieron las marcas, pero también la apertura de la Argentina como exportador de vinos trajo ideas de otros lados. Además hubo mucha inversión en tecnología para desarrollarlos", analiza Fernando Marcos, de Norton.

 

Mientras los dulces buscan seducir a los más jóvenes, los rosé cautivan a los más sofisticados, y los que buscan el punto perfecto de añejamiento apuestan a los Brut Nature. Más vigente que nunca, la frase de Don Perignon se actualiza y se potencia: estrellas de todos los colores brotan a borbotones de las botellas argentinas. Es hora de brindar..

 

Fuente: lanacion.com.ar

 

 

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