Al parecer, el señor de bigotes que canta ópera mientras revolea la masa hasta el techo es un ejemplar en extinción. ¿Quién salvará a la napolitana?
Si hay algo que nos daba esperanzas en la humanidad era la inacabable sabiduría de los maestros pizzeros napolitanos y ahora nos enteramos de la tragedia: cada vez menos italianos deciden dedicarse a ser pizzaioli.
El resultado es que los encargados de crear lo que muchos consideramos lo más cercano al cielo en la tierra sean inmigrantes y no los típicos señores grandotes con bigotes largos que amasan mientras cantan ópera.
El diario Telegraph cuenta que una federación de negocios italiana llamada FIPE anunció que se necesitarían 6.000 pizzeros para abastecer la demanda. ¿Quiénes están dispuestos a ponerse el delantal? Inmigrantes de Egipto o las Filipinas, que llegan al país ansiosos de trabajar aunque sea 12 horas por día. Mientras tanto, los italianos buscan oficios cómodos que los ocupen seis horas o menos, en ambientes más cercanos al aire acondicionado que al horno. No importa quién se encargue de la cocina, esperamos que la receta sea la misma y que alguien esté abajo para sostener la masa antes de que caiga.
Fuente: planetajoy.com
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