El Gourmet Urbano: El peso del vino…¿influye lo que come?

jueves, 6 de junio de 2013

El peso del vino…¿influye lo que come?

Uno de los aspectos que menos cuidamos cada vez que nos reunimos con nuestros amigos o familiares en torno a una mesa es la del equilibrio entre vino y comida. No nos referimos a que no elijamos buenos vinos y de los que podamos disfrutar en todo momento; sino que en lo que queremos hacer hincapié es en lo que denominamos el “peso del vino y de la comida”. Explicado de una manera más sencilla, sería algo así como la “corpulencia” del vino (algo fácil de comprobar simplemente girando la botella y viendo el contenido alcohólico del vino o fijándose en la “piernas o lágrimas” del vino en la copa).  De hecho, esta reflexión es importante, y por eso le dedicamos un Reportaje WF, porque la mezcla de pesos diferentes de vino y comida suele acabar siendo un “desperdicio” del elemento más ligero de los dos.

El peso del vino…¿influye lo que come?
 
Si vamos a deleitarnos con una caldereta de cordero, no creemos que los más conveniente sea beber un Gewürztraminer alsaciano; de la misma manera que no bebemos un Oporto cuando estamos viendo el fútbol con los amigos y comiendo una pizza. Así, con un plato de gran sutileza de sabores sería lógico servir un vino no excesivamente contundente y viceversa. Entre los platos considerados como “pesados” o, mejor dicho, “con mucho peso”, podríamos encontrar los currys, guisos, estofados, los de caza, quesos fuertes, ahumados,…
Siempre hay un consejo que podemos seguir a la hora de aunar los pesos del vino y comida: el criterio geográfico. ¿Qué queremos decir con esto? Es sencillo, proponemos que si vamos a comer pasta, optemos por un tinto italiano (un Chianti, por ejemplo) y que frente a embutido francés nos decantemos por un Beaujolais. Una carne importante seguro que va perfectamente con un Malbec argentino, mientras que si lo que somos es un enamorado de las ensaladas griegas, una sabia elección sería un blanco de Santorini elaborado con la variedad Assyrtiko. Evidentemente esto es ir sobre seguro, pero no es más evidente que el vino de un determinado lugar siempre ha evolucionado conforme lo ha hecho la gastronomía del mismo para equilibrar perfectamente las sensaciones de ambos.
 

 
Las posibles combinaciones vino-gastronómicas son infinitas, sin embargo a continuación os proponemos algunas en las que probablemente no hayáis caído. y que merece la pena que probéis
 
    • Riesling alemán – embutido
Parece una locura… Combinar el ligero dulzor de este vino alemán con algo tan salado como el embutido es algo arriesgado. Lo bueno es que sólo es arriesgado la primera vez, luego se convierte en un acierto seguro (no es tan diferente de un melón con jamón o de una piña con cerdo, ¿no creéis?).

    • Vino dulce – foie
La mezcla de untuosidad en esta combinación puede parecer extraña en un principio, pero sólo requiere una pequeña condición, que el vino debe presentar una elevada acidez (tendremos que huir de los Pedro Ximenez y vinos dulces alemanes, pero no de muchos de los dulces franceses).

    • Gewürztraminer – salmón ahumado
Elegancia en estado puro en esta unión. Algo tan potente como los ahumados requieren algo potente, y la Gewürztraminer lo es. ¡Probadlo y nos decís qué os parece!

    • Jerez – consomé
Un buen Jerez seco puede hacer un magnífico alarde de frutos secos y aromas secundarios que van de maravilla con un consomé o caldo de pollo. Ahora en desuso, siempre fue una combinación tradicional de Navidad en muchísimos hogares españoles.
 
    • Sauternes – roquefort
Ejemplo claro de la complementariedad gastronómica que se establece entre lo dulce y lo salado; donde la potencia del queso necesita algo que tenga a la vez fuerza y dulzor con el que poder “rivalizar”.
 
    • Moscato d´Asti – desayuno
Este vino dulce italiano, considerado de baja calidad por algunos, puede ser el complemento ideal y más “chic” de un desayuno en el que predominen alimentos de marcado carácter ácido, como el zumo de naranja o la mermelada de frambuesa, por ejemplo.
 

 
Como podéis ver los maridajes son casi infinitos y habrá muchos que nos hemos dejado en el tintero. Así, de repente se me vienen a la cabeza combinaciones de almendras con manzanilla de Sanlúcar, pescado a la brasa con vino verde, salchichas con zinfadel blanco, palomitas de maíz con sauternes,…

Fuente: winefocus.es



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