Los enólogos están poniendo nuevamente sus ojos en esta encantadora variedad blanca. Junto a la país, se cuenta entre las primeras vitis viníferas traídas a Chile por los conquistadores españoles. Sus principales plantaciones están en la Región del Biobío. En el norte es la cepa pisquera por excelencia. Examinamos aquí tres nuevos vinos hechos con ella, uno de viña Vistamar y dos de De Martino, de muy diferentes características y precios.
Al hablar de moscatel, uno se refiere por lo general a la moscatel de Alejandría, también llamada Italia o blanca Italia. Es la principal y más difundida variedad de una antigua y muy estable familia de uvas viníferas. Su origen estaría en algún lugar del norte de África, posiblemente en Egipto, desde donde se difundió por todo el ámbito del Mediterráneo. A ella también pertenecen las moscateles amarilla, rosada, negra, de Málaga y de Austria.
La moscatel de Alejandría entrega una uva muy versátil, de buena acidez natural, agradable dulzor y riqueza aromática. No solo sirve para elaborar vinos tranquilos, secos y dulces, sino también espumantes y destilados.
Además, es apreciada como fruta de mesa y para consumo en forma de pasas. Hay crónicas que señalan que hasta la introducción en Chile de las variedades francesas finas daba origen a vinos de reconocida calidad, sobre todo en la zona de Concepción.
Este pasado de gloria al parecer está comenzando a resucitar. Varias viñas ya tienen moscateles en sus portafolios, entre ellas Miguel Torres, Tabalí y Zaranda. Algunas la llaman “muscat” en sus etiquetas. Tal vez suena más elegante y exótico que “moscatel”, pero, en los hechos, se trata de la moscatel de Alejandría. Veamos tres vinos de esta variedad recientemente salidos al mercado.
VISTAMAR, BRISA, MOSCATO 2012
Integrante de la línea básica de esta viña, es el moscatel más simple y con menos pretensiones de los tres que aquí reseñamos. Su precio también lo insinúa: $2.390. Sus uvas son del Valle Central, una denominación que abarca desde el Maipo hasta el Maule y que, a estas alturas, ya dice muy poco con respecto a la individualización de un vino. En el caso de la cepa moscatel de Alejandría, las plantaciones más importantes en cantidad de hectáreas no están en esta amplia región vitivinícola sino en los sureños valles del Biobío y el Itata y, muy en segundo lugar, en la Región de Coquimbo.
Este moscato no es muy expresivo en aromas, aunque no deja de entregar esas notas florales y de frutas que son características de la variedad. Pero, ¡atención!, su nombre alude tanto a la variedad con la que está hecho (la moscatel de Alejandría) como a un tipo de vino que no es seco sino dulce (tiene 68 gramos de azúcar residual por litro, es decir, diez o quince veces más que un vino seco propiamente tal). Esto debería indicarse en la etiqueta para mayor información del consumidor. No sea cosa que alguien lo compre pensando maridarlo con un cebiche de rica acidez y picor y termine bebiéndolo con el postre… Está a la venta en House Casa del Vino (en Casablanca) y pronto en supermercados.
DE MARTINO, GALLARDÍA, MUSCAT 2012
El nombre de esta línea (en la que ya hay un exquisito cinsault) no tiene que ver con bizarría, buen porte, lucimiento o esplendor, sino con una flor que crece espontáneamente entre los viñedos y los llena de vivos aromas y colores. Es la sensación que también deja este perfumado y luminoso vino, procedente del secano interior del valle del Itata, de un campo de suaves lomajes y suelos graníticos ubicado en la localidad de Trehuaco, a unos 18 kilómetros del mar.
A pesar del origen mediterráneo de la moscatel, donde predominan los climas soleados y calurosos, en esta fría y lluviosa región del sur de Chile la variedad muestra un lado de sorprendente acidez y frescura, como se puede apreciar en este muscat Gallardía. Sus uvas provienen de parras plantadas en 1975. La vinificación se realizó en estanques de acero inoxidable de la manera más natural posible, sin adición de levaduras comerciales. De bonito color amarillo con reflejos verdosos, este vino alcanza su mejor expresión en la boca, donde despliega generosamente su rica acidez, seguida de unas agradables notas dulces de fruta tropical. Está a la venta a $6.900 en los locales de La Vinoteca, y en la tienda de la viña (en Isla de Maipo) con 20% de descuento y despacho gratis a Santiago.
DE MARTINO, VIEJAS TINAJAS, MUSCAT 2012
El origen de este vino es el mismo que el de Gallardía: parras de moscatel de Alejandría de un viñedo de la localidad de Trehuaco, en pleno secano interior del valle del Itata. Pero no es más de lo mismo, porque su vinificación se realizó de una manera completamente diferente. Aquí, en lugar de estanques de acero, se emplearon viejas tinajas de greda conseguidas en la zona, las mismas que se usaron en tiempos pasados en el campo chileno para elaborar, guardar y transportar el vino.
Este experimento del enólogo Marcelo Retamal, iniciado en 2011 con el Viejas Tinajas de variedad cinsault, ya es todo un éxito. En el caso de este muscat, las uvas se hicieron fermentar espontáneamente en esos recipientes de greda por 15 días. El vino que entregaron se mantuvo allí durante seis meses en contacto con los orujos a fin de extraer todo el potencial de la cepa. Una vez hecha la fermentación maloláctica, fue decantado, también en tinajas, de la manera más natural, y envasado sin filtración.
Este muscat Viejas Tinajas es un poco más austero en nariz que el Gallardía. Tal vez las tinajas de greda tienden a neutralizar ciertos aromas florales y a imponer sus notas minerales y terrosas. En la boca, su acidez frutal se mezcla con un atrayente toque de dulzor, dentro de un cuerpo sólido y hasta cierto punto rústico.Un vino muy singular y de mucha personalidad. Bébalo ya y, al igual que los anteriores, a no más de 12° C para no mitigar los distintivos aromas que aporta la moscatel de Alejandría. Está a la venta en los mismos lugares que el Gallardía. Precio de referencia: $12.900.
Fuente: Apuntes de Sobremesa
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