El Gourmet Urbano: La quietud del Roble

jueves, 5 de diciembre de 2013

La quietud del Roble

La crianza en madera es algo que encontramos de forma mucho más habitual en los vinos tintos que en los vinos blancos. No queremos decir que sea mejor ni peor, ni que los blancos no deban fermentarse o tener, al menos, un contacto con la madera; dependerá de la región, de sus características enológicas, de las variedades empleadas, de cómo se quiera introducir en el mercado, del gusto del enólogo,… Como podéis ver, ¡de un sin fin de parámetros! Lo único que queremos poner de relieve es el hecho de que a muchos productores de vino tinto les gusta disponer en sus bodegas de barricas para añadir al vino esa textura y sabor adicional que sólo el roble es capaz de aportar.

 

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Todos los recipientes de madera, sea cuál sea su origen y calidad, son porosos, por lo que en ellos el vino se va a evaporar con relativa rapidez. Por este motivo, han de rellenarse con cierta regularidad para evitar que el aire pueda oxidar el vino en exceso y llegar, incluso, a estropearlo. La madera propicia además el precipitado natural de la materia sólida en suspensión tras la fermentación, por lo que se favorece un tipo de decantación con la que hay que tener mucho cuidado, pues si no trasvasamos el vino de manera sistemática de una barrica a otra, puede que el producto final acabe adquiriendo “notas rancias” propias del excesivo contacto entre los sedimentos y “heces” con el futuro vino.

La principal alternativa a la crianza en madera es la que tiene lugar en los tanques de acero inoxidable o de otras sustancias inertes, como el cemento; donde apenas se evapora el vino y se facilita mucho el posterior proceso de limpieza una vez el vino ha sido trasegado (llevado a otra etapa del proceso de elaboración).

 

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Fondo de una barrica de roble con los sedimentos o heces propias del proceso de crianza de un vino 

Os proponemos un sencillo ejercicio para que realicéis esta semana. Comprad dos vinos monovarietales elaborados con la misma uva y, a ser posible, de la misma zona productora. No os resultara difícil. A modo de contraste, elegid un vino con crianza en barricas de roble y otro de los más baratos que encontréis (probablemente no haya tenido contacto con ningún tipo de madera). Observad cómo este último vino, conservado en un material inerte es ligero, afrutado y con una escasa carga tánica. El primero, por el contrario, presenta un tanino de mayor presencia, lo que acompleja el conjunto y le confiere una personalidad completamente diferente.

Fco. Teixidó

Dr. Enólogo de WineFocus / www.winefocus.es

 

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Fuente: WineFocus

 

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