El Gourmet Urbano: Cafés con aroma de nostalgia en Colombia

martes, 25 de febrero de 2014

Cafés con aroma de nostalgia en Colombia

Además de servir la típica bebida, estos lugares guardan historias y anécdotas sobre cada ciudad.

Un patrimonio cultural de Bogotá

 

Seis cafés de la capital colombiana hacen parte del programa ‘Bogotá en un café’, del Instituto Distrital de Patrimonio: Salón La Fontana, Café Pasaje, Café San Moritz, Pastelería La Florida, el Restaurante Café La Romana y la Pastelería Belalcázar.

 

Café PasajeCafé Pasaje es una de las cafeterías más tradicionales de Bogotá.Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

El primer paso de esta iniciativa, que hace parte del Plan de Revitalización del Centro Tradicional, es establecer actividades culturales en los cafés y luego el objetivo es hacer una intervención arquitectónica en los que están más afectados.

 

Solo basta con mirar la edad de estos lugares (la mayoría nacieron entre las décadas de los 30 y los 40) para entender su importancia patrimonial. El Café Pasaje, por ejemplo, se creó en 1936 y era el lugar de encuentro de los aficionados a la hípica para ver las carreras de la época. Además, el 28 de febrero de 1941, en sus mesas nació la idea de crear el Club Independiente Santa Fe.

Los horarios y fechas de las actividades de ‘Bogotá en un café’ se pueden consultar en la página www.patrimoniocultural.gov.co.

 

Málaga, un lugar suspendido en el tiempo

 

Medellín. Con 56 años de historia, el Salón Málaga se mantiene vigente. El secreto, según César Arteaga, su director ejecutivo, está en resultar atractivo para los clientes más jóvenes y conservar la tradición de un espacio que, por su ubicación, fue testigo del crecimiento de Medellín.

 

Además de ofrecer uno de los mejores cafés de la ciudad, servidos en pocillos campana, como siempre lo han hecho, tiene una extensa programación, que incluye tertulias musicales, clases de tango y boleros, espectáculos musicales y una emisora virtual.

 

“Al Málaga pueden venir todos los días y a todas horas; siempre hay algo para hacer”, dice Arteaga.

 

De lunes a jueves, de 8 a. m. a 12 p. m. De viernes a domingo, hasta las 2 a. m. Carrera 51 n.° 45-80. Teléfono: 231–2658.

 

Al ritmo de Gardel

 

Cali. En una esquina de la tradicional avenida Sexta, el Café Gardel es uno de esos tertuliaderos que evocan el pasado bajo la mirada del cantante de tangos.

 

La estancia recibe desde hace 10 años a quienes tienen inquietudes intelectuales, literarias o políticas. Alfonso López decidió abrir el Café Gardel como un homenaje a su padre, que amaba la voz del cantante de ‘El día que me quieras’. La puerta se abre a las 7 de la mañana, cuando los contertulios llegan por el aroma del café colombiano y del pandebono recién hecho.

 

La atención y el sabor de un café de 2.000 pesos hacen que sus clientes se vuelvan estrictos a la hora de la visita. Muchos de ellos eran visitantes del desaparecido Café Los Turcos.

 

Avenida Sexta n.° 13N-83. De 7 a. m. a 8 p. m.

 

Bocaditos Madrid se resiste a morir

 

Cartagena. Con 29 años de estar ofreciendo lo más representativo de la gastronomía típica costeña, Bocaditos Madrid se mantiene vivo.

 

El lugar nació en la plaza Fernández Madrid, en el céntrico barrio de San Diego. Combina su tradicional oferta de cafés y jugos naturales con reconocidos fritos, como la arepa de huevo y la carimañola.

 

“Ha sido complicado mantenernos vigentes, pues cada día se hace más difícil sostener un negocio en esta parte de la ciudad. Muchos pensaron que con el cambio de sede nos íbamos a morir, pero no fue así”, dice Marcelino Socarrás, el propietario.

 

Calle del Porvenir n.° 35-10. Informes: (5) 664-6021. Horarios: de lunes a viernes, de 7:30 a. m. a 6 p. m. Su rango de precios varía entre los 1.000 y los 10.000 pesos.

 

Tardes de café en Dulcerna

 

Barranquilla. En 1971, Dulcerna empezó como una actividad casera de sus fundadores, Silvia Salazar y su esposo, Rafael Vergara, con una producción que consistía solo en galletas y pudines vendidos a sus amigos.

 

En una Barranquilla que quedó huérfana de tradicionales cafés tales como el Colombia y el Roma, Dulcerna se erigió como punto de encuentro para quienes querían departir en torno a una taza de tinto. Muchos barranquilleros probaron su primer capuchino en Dulcerna. Era entonces para muchos una novedad aquel café espumoso, servido en pocillos de porcelana. A pesar de que posteriormente amplió su menú para incluir comida más elaborada, como crepes y lasaña, Dulcerna aún se destaca por su café y repostería. Carrera 53 número 75-46. Horario: de 7 a. m. a 9 p. m., todos los días.

 

Fuente: eltiempo.com/

 

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