La cultura vinícola, como todas aquellas que exigen un alto grado de especialización, juega según sus propias reglas, y su lenguaje suele sonar a arameo a aquellos que mantienen una relación meramente ocasional con el alcohólico líquido. Sin embargo, se considera que ser capaz de elegir el vino correcto y explicar la elección al resto de comensales proporciona
unos cuantos puntos de caché social que nos hará pasar por expertos. O, mejor dicho,
connaisseurs.
Cada vez más personas se presentan a sí mismas como expertos en vino, aunque no lo sean. (Corbis)
Por ello, muchas personas suelen disfrazar su ignorancia vinícola de las maneras más desesperadas y, de esa manera, suelen llegar a caer en el ridículo, amargando la comida a sus incautos compañeros. Algunos sumilleres han proporcionado reglas para evitar que esto ocurra, y que suelen resumirse en un par de ideas: no te pases de listo, pregunta y, sobre todo,
no intentes presumir de lo que careces.
Es el caso de
John Ragan, sumiller y director de vinos del Union Square Hospitality Group, que imparte
clases de cata de vinos (a 1.750 dólares las diez clases) y que ha señalado en un artículo publicado en
Business Insider algunas nociones básicas para probar de manera correcta dicho fermentado. No se trata del único, sino que en la red pueden consultarse infinidad de consejos que te servirán para no dar gato por liebre (o
vino de garrafa por reserva) a tus amigos. La globalización ha provocado que la cantidad de vinos disponibles en cada restaurante aumente exponencialmente y, con ello, la dificultad para elegir la bebida adecuada. ¿De qué manera podemos evitar equivocarnos?
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No te pases de listo y pregunta
La primera y más importante lección: nadie como el sumiller puede aconsejarnos el vino más adecuado para la comida que hemos solicitado, y si le proporcionamos
unas pautas que hemos acordado previamente con el resto de comensales, será capaz de seleccionar aquel que mejor se adapte a nuestras necesidades. El resto de la mesa agradecerá que no hayas querido imponer tu elección, en muchos casos, desafortunada. El
sumiller Sábato Sagaria recomienda, incluso, postear imágenes en la red para que nuestros amigos o los expertos den su opinión, una posibilidad con la que no se contaba en el pasado inmediato.
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No te andes con rodeos en el precio
Pocas cosas influyen tanto a la hora de pedir un vino u otro como la psicología del consumo. Jamás solicitaremos el más barato, señalan
los restauradores, pero si no queremos llevarnos una sorpresa con la cuenta, tendremos que acotar cuánto nos queremos gastar. Todos los sumilleres recuerdan que lo mejor es anunciar
el dinero que pensamos destinar a la bebida. No se trata, como piensan algunos, de rebajarse, sino una herramienta práctica para que el camarero elija el vino que mejor se adapta a nuestros deseos (y nuestro presupuesto).
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No mientas sobre tus gustos
Los enólogos explican que uno de los errores más habituales entre los principiantes es pensar que los vinos pueden ser clasificados de manera absoluta, de mejor a peor, pero recuerdan que existe una variedad de vinos para cada ocasión y que
los gustos personales son la mejor guía. Por eso, aconsejan ser sinceros y señalar nuestras preferencias. No hay nada peor que seleccionar un vino que detestamos sólo por el hecho de que esté de moda.
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No hay que fiarse del corcho
La cata del vino se compone de cuatro pasos, señala Ragan: oler el corcho, sacudir el vino, oler el vino y analizar el color, aunque seguramente habrá muchos que se muestren en desacuerdo con esta clasificación y prefiera dividir los pasos en fase visual, olfativa y gustativa. El enólogo señala que, por su experiencia, el corcho no es lo más fiable para conocer el auténtico sabor del vino, y que más que nada, nos anuncia
cómo ha sido almacenado.
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No hay que sacudir exageradamente el vino
En nuestro afán por aparentar saber más de lo que realmente conocemos, solemos realizar cada paso del proceso con grandes aspavientos. Mover el vaso sirve para liberar moléculas que potencien el aroma que emana del vaso, pero Ragan advierte de que no debemos pasarnos, y considera que con
tres giros es más que suficiente.
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No huelas dos veces el vino
Como ocurría con el anterior punto, tampoco conviene recrearse en el olor del recipiente. Ragan explica que la primera impresión suele ser la buena, y que si hemos detectado algo incorrecto, probablemente hayamos acertado. “
Confía en tu intuición”, recomienda el enólogo.
Cuando nos encontramos en un acto social en el que queremos sobresalir, tiramos de labia y presuntuosidad para erigirnos en los expertos de la mesa e imponer nuestros gustos sin echar
una mirada detenida a la carta, que puede ser bastante reveladora de las opciones de las que disponemos. Además, no es tan mala idea preguntar al resto de comensales qué prefieren. Hay cosas mejores que dárselas de experto, como parecer medianamente educado.
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No te preocupes por los sedimentos del vino
Muchos bebedores se alarman al encontrar en sus vasos sedimentos cuyo origen desconocen, y que suelen aparecer en los vinos de mayor edad. Suelen dar la pista de que se trata de buenas bebidas,
poco procesadas, y las partículas pueden llegar incluso a servir de suavizante natural de piel. Se recomienda evitarlas colocando la botella de manera vertical durante las horas previas a su consumo para conseguir que las partículas se acumulen en su parte inferior. Más tarde, habrá que servir el vino con cuidado.
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No utilices un lenguaje extraño si no sabes qué significa
Es cierto que la enología dispone de su propio lenguaje, que define de manera
acertada los matices de sabor de cada vino, pero los expertos recomiendan no utilizarlo si no somos expertos. Los buenos sumilleres son aquellos que son capaces de descifrar lo que queremos aunque no utilicemos términos como “buqué” o “tánico”. Por el contrario, si inundamos nuestra boca con jerga vinícola, corremos el riesgo de estar pidiendo lo que realmente no queremos, simplemente por aparentar.
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No pidas vinos “de escaparate”, no merece la pena
“Caballo grande, ande o no ande”, señala el refranero español. Con el vino pasa algo parecido, ya que seleccionamos el brebaje de mayor precio pensando que tiene que ser, a la fuerza, el mejor, especialmente si además tiene un distinguido nombre francés, pero estamos equivocados. Los periodistas especializados en vinos del
Wall Street Journal Dorothy J. Gaitery
John Brecher advierten en concreto contra los vinos de primer cru, es decir, los de la región francesa de Burdeos, que en su opinión, son vinos “de escaparate” con una
mala relación calidad-precio.
Fuente:
elconfidencial.com
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