El Libro de la Gastronomía Regional Argentina, de unas 220 páginas, invita a recorrer esas regiones a través de sus sabores como forma de conocer las múltiples idiosincrasias que conforman el país, con fotos de calidad y recetas para volver a viajar desde la cocina de cada hogar.
El libro demuestra que el paisaje y la gastronomía se encuentran ligados de manera intrínseca, y descubre por medio de recetas tradicionales y modernas el clima, el suelo, la música, colores y aromas de la gente argentina y su historia.
El trabajo marca un mapa de viajes culinarios, a través de sus sabores, paisajes e idiosincrasias, por las siete regiones del país en que se divide orgánicamente FEHGRA: Centro, Litoral-NEA, Norte-NOA, Cuyo, Patagonia, Provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires.
Camino a Córdoba, en la región Centro, recomienda comer un cabrito asado y crujiente, acompañado de un budín de choclo como guarnición, e incluye la receta.
También invita a preparar pechito de cerdo con reducción de miel, perfume de peperina y una ensalada de hojas verdes; una costeleta de vaca en su punto con salsa criolla y maíz fresco, o un arrollado de vizcacha frío, chimichurri de las sierras y ensalada de berro, entre otros.
En la región Litoral-NEA, el viajero gastronómico tiene la oportunidad de probar tanto la cocina surgida de la inmigración como la heredada de comunidades indígenas como la guaraní, con sus panificados de mandioca y chipas.
Las recetas que se destacan son surubí a la rúcula con vegetales salteados, boga gratinada con cebolla caramelizada, tomate semi confitado, aro crocante de queso, acompañado de una ensalada verde, mandioca salteada y emulsión de melisa, o el conejo confitado acompañado de maíz cremoso y queso cuartirolo.
Otro recorrido es el de los caminos del vino, en Cuyo, donde también se descubre la presencia de aceitunas, frutas secas, frescas o disecadas y vegetales premium.
Allí predominan las empanadas al horno de barro cocidas con leña de olivo, las carnes a la masa, pastelitos, la infaltable paleta de chivito braseada con jugo de cocción y acompañada de ensalada de pimientos y aceitunas negras.
También destacan recetas de postres, como los huevos quimbos y la ambrosía, las barras de dulce de membrillo o alcayota y los arropes, los sabores que impregnan esta zona.
Mario Wisner, del consejo directivo de Fehgra y miembro de la Comisión de Turismo, que realizó esta obra, dijo a Télam que el libro será lanzado en estos días en su plataforma digital en PDF, y luego también lo imprimirán en papel, en junio o julio próximo.
“Se trata de representar a todo el país desde el punto de vista gastronómico en el libro, donde cada región muestra tres entradas o entremeses, con platos tipo picadas, más 10 platos principales y cinco postres o dulces”, explicó.
En la ciudad de Buenos Aires, la clásica parrillada, los matambres con ensalada rusa, el revuelto gramajo, la pizza al molde y las pastas a la bolognesa constituyen un entramado de sabores que aportaron las grandes oleadas de inmigrantes en conjunción con los pueblos originarios.
Se suman a la identidad porteña el flan casero mixto, con crema y dulce de leche o el libertario postre vigilante, entre la infinidad de sabores dulces.
Ya en territorio bonaerense, el turista encuentra sabores tan variados como sus paisajes, que van del azul del Atlántico y su amplia costa al extenso verde de las llanuras pampeanas.
Esas geografías proveen a las mesas tanto el asado a la cruz como mariscos de la banquina en su cazuela, raviolones de ricota y espinaca en salsa de tres tomates, tablas de quesos y chacinados, recetarios a los que suman pan dulce artesanal, arroz con leche, budín de pan con frutas y confituras y el alfajor de dulce de leche.
En la región NOA, donde la Pachamama provee el maíz, éste conforma la base de su gastronomía, y el ritual de la comida, con sus lentos procesos de cocción, es sagrado desde hace siglos.
En el extremo sur del país, el cordero patagónico, las carnes de ciervo y jabalí se destacan en los paladares, así como los sabores de truchas, merluzas, centollas y una variada gama de frutos que el mar y ríos australes llevan a las mesas.
En la franja andino patagónica abundan los hongos, los frutos rojos, silvestres o cultivados, y el chocolate, que se prepara con recetas centroeuropeas.
Wisner aclaró que para concretar esta obra, que demandó un trabajo de cerca de un año y medio, no sólo se seleccionaros los platos más representativos de cada región, con recetas y fotos, sino que hubo una parte empírica en que se elaboraron las comidas.
"Tras la selección de recetas y cocineros, éstos cocinaron todos los platos, con fotos del proceso, en la Escuela de Gastronomía de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc) en la Ciudad de Buenos Aires", precisó.
Fuente: caribbeannewsdigital.com
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