El Gourmet Urbano: Latinoamérica, un mercado de café que también se sofistica

martes, 29 de septiembre de 2015

Latinoamérica, un mercado de café que también se sofistica

La larga tradición cafetera de algunos países productores y el creciente poder adquisitivo de sus poblaciones ayudan a que la demanda de cafés diferenciados, la sofisticación del consumo y métodos alternativos de preparación crezcan de forma sostenida.


En Latinoamérica el café es la bebida caliente por excelencia, a excepción de dos países donde el consumo de té domina el mercado (Chile y Bolivia), según confirma un estudio reciente de Euromonitor Internacional. Gracias al creciente dinamismo del mercado, las innovaciones en los métodos de preparación y el desarrollo del origen como valor agregado, el consumo de cafés de alta calidad ha venido creciendo en la mayoría de países de la región.

En Latinoamérica algunos países productores, como es el caso de Colombia, tienen tradiciones cafeteras de más de un siglo, pero sólo hasta la última década el consumo se ha sofisticado con fuerza, lo que ha derivado en la entrada de cafés especiales, tiendas especializadas y el consumo de productos responsables o sostenibles al mercado. De igual manera el incremento de la clase media en la región, que para 2014 equivalía a unas 87 millones de familias cuyo ingreso se encontraba entre US$10.000 y US$45.000 anuales, ha creado un mercado con mayor disposición a pagar por productos de valor agregado.

En Latinoamérica ha habido un crecimiento constante de tiendas especializadas en café, lo que es un buen indicio de sofisticación de consumo. En general el consumo de café fuera de casa ha tenido un crecimiento estable en los últimos años; actualmente ronda el 42% del consumo total de café. En Chile, mercado donde el consumo de café es dominado por los cafés instantáneos, las tiendas especializadas en café como Starbucks y Juan Valdez, han impulsado un proceso de sofisticación en el consumo. El consumo de café molido en Chile ha crecido 101,1% en los últimos cinco años y las tiendas especializadas han crecido un 52%.


Fuente: Euromonitor

Por otro lado la penetración de las máquinas de preparación de café por monodosis en países productores como Colombia, Brasil y México, ha tenido una buena recepción, especialmente en sectores de la población de mayor poder adquisitivo. El creciente posicionamiento de estas máquinas replica en parte lo que ha ocurrido en mercados como el norteamericano y el europeo, donde el segmento de cafés en monodosis ya está en su etapa de madurez. La preparación en monodosis aumenta las opciones no tradicionales de consumo, así como también es una gran plataforma para comercializar cafés de alta calidad.

En el caso de México, a pesar de que el grueso de las ventas corresponde a cafés instantáneos, en la última década ha habido un crecimiento significativo del mercado de cafés premium (incluido el café molido). El consumo de cafés en monodosis aún es de nicho, pero cadenas y marcas como Nespresso, Juan Valdez, Starbucks y cadenas locales, como Café Punta del Cielo, están impulsando este tipo de preparación.

Fuente: Euromonitor

Otros mercados en Latinoamérica con culturas de consumo de café menos sofisticadas tienden simplemente hacia la diversificación de cafés instantáneos, debido a su carácter práctico: es el caso de países como Bolivia, Ecuador y Perú. En Venezuela, debido a restricciones internas, el consumo de cafés premium es casi nulo y los cafés molidos no presentan diferencia significativa de precio ni de calidad con los cafés instantáneos.

El mercado latinoamericano está en constante evolución en cuanto a hábitos de consumo. En los próximos años en muchos de los países mencionados habrá crecientes oportunidades para cafés especiales y métodos de preparación no tradicionales, lo que también representa oportunidades importantes para Café de Colombia y las marcas del Programa 100%; en el momento 185 marcas del Programa son comercializadas en Latinoamérica. Las tiendas especializadas en café tienen buena acogida en los centros urbanos de las principales ciudades latinoamericanas, lo que significa mayor disposición de los consumidores a pagar un precio extra por su café, en beneficio de toda la cadena de la semilla a la taza, incluidos los productores y sus familias.

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