Fuente: WikiMedia
Me voy a detener en la palabrita "maridaje", que según el diccionario de la RAE en su primera acepción nos dice "Enlace, unión y conformidad de los casados" y en su segunda acepción "Unión, analogía o conformidad con que algunas cosas se enlazan o corresponden entre sí". Leyendo estos dos conceptos solo intuyo que la palabra maridaje en gastronomía se puede utilizar desde un punto metafórico donde se intenta armonizar, por ejemplo, el vino con algún alimento, pero esta relación nunca puede ser in aeternum , ya que tanto el vino como los alimentos son independiente per se y no queramos dictar leyes o normas que se han de seguir al pie de la letra, pues de otra manera no seríamos "cool". Además, en el español existe una variedad de palabras que son más definitorias de esa relación que la susodicha "maridaje". Deberíamos decir combinar, acompañar o armonizar y no la horterada de "maridar", no casamos vino y alimentos como si fueses una pipiola pareja.
ESA PRETENDIDA costumbre de unir irremediablemente los vinos blancos jóvenes con los aperitivos, o los vinos tintos madurados en barrica con ahumados, carnes blancas o quesos, u otro ejemplo, los vinos rosados con los arroces, pastas o verduras, no es más que un intento metafórico y de un momento determinado de acompañamiento de vino y alimento, pero ahí finaliza todo, en un instante, en un momento y nada más.
Mejor en gastronomía ser natural, uno mismo y buscar en la gastronomía una fruición serena y acompañada con buenos comensales que sientan en el convivium una forma de relacionarse.
Fuente: El Periódico Extremadura
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