Sabores aparte (ya se sabe que para gustos están los colores) los chapulines son una excelente fuente de proteínas, vitaminas, especialmente (Vitamina A) y de minerales como zinc, magnesio o calcio. También, en México son una excelente excusa para que se reúnan unos amigos. ¿El menú? Unas cervezas (la verdadera bebida nacional de México), unas quesadillas, unos tacos… y esos antojitos, los chapulines.
Antaño considerado alimento para pobres, hoy el chapulín ha entrado, no sólo en la más alta cocina mexicana. Se ha convertido, incluso, en elemento estrella en paquetes de agroturismo… allá donde se da su cría, esto es, en los estados mexicanos de Oaxaca, Puebla, Guanajuato y Tlaxcala. En todos estos lugares de la geografía de México, hay agricultores que explotan un nuevo concepto de negocio:
recorridos a través de los cultivos en los que se crían los chapulines. La actividad acaba con los participantes en la actividad,red en mano, recolectando sus propios chapulines. Posteriormente, se colocarán sobre la parrilla, se sazonarán y, cuando alcancen su punto de cocinado, se degustarán… normalmente, en una cazuelita de barro.
Según la historia, los grillos, chapulines y langostas, no sólo se han comido en México, sino en muy diversas culturas. Por ejemplo, se sabe que Moisés incluía a los saltamontes entre los animales cuya carne podían comer los hebreos, no así la de cerdo. Por otro lado, es conocido el hecho de que San Juan Bautista, en el desierto, se alimentaba de langostas que aderezaba con miel silvestre. Y no fueron los únicos. También se alimentó de chapulines, San Juan el Evangelista en la isla de Patmos; los partos, árabes ypersas, en Asia antigua; los etíopes, libios, mauritanos y los antiguos hotentotes o habitantes del Cabo de Buna Esperanza, en África; y las diversas etnias australianas, insectívoras por necesidad.
¿A qué saben? Pues es una mezcla de hierbas, chicharrón y camarones. Una cosa es segura: quien prueba, repite.
Pepe Varela
Fuente: La Mordida
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