El Gourmet Urbano: Ocho bricolajes para salvar las fallas en el vino

jueves, 16 de febrero de 2017

Ocho bricolajes para salvar las fallas en el vino

Un plan para sacar al MacGyver que todo bebedor del noble producto de la vid lleva adentro cuando no se dispone de una bebida perfecta.

A los argentinos nos encanta atar las cosas con alambre. Es más, preferimos el alambre, el arreglo improvisado y la gotita de pegamento en el punto justo, al repuesto original, la pieza recomprada y la solución recomendada. ¿Por qué? No está claro, pero hay algo en el carácter improvisado y provisional de nuestro país que nos lleva a pensar que somos los mejores del bricolaje casero. Y el vino, claro, también tiene su ABC del hecho en casa. Así es que en plan de sacar al MacGyver que todo bebedor lleva adentro –con o sin cortaplumas–, estos son los trucos que tenés que saber.



  • Se desgranó el corcho. Muchas veces, en particular con corchos viejos, cuando se abre la botella se rompe y caen trozos adentro. Nadie morirá por beberlos. Pero que quede un trozo de corcho entre las encías es tan poco decoroso como incómodo. Si el tapón se rompiera, lo mejor es filtrar el vino. Olvidate del colador que siempre tiene sabores de otra cosa. Usá un filtro nuevo de café y trasvasá el vino a un recipiente limpio.
  • El tinto está caliente. Clásico del verano, sucede siempre que uno se pone a cocinar y cuando el plato está listo, te das cuenta de que no pusiste el vino a enfriar y está tan caliente como las hornallas que acabas de usar. No te preocupes: envuelve la botella en un repasador mojado y ponelo en la base del freezer. En 10 minutos lo tenés en su punto justo. No será decoroso, pero llévalo a la mesa envuelto para que el frío siga operando.
  • El blanco está tibio. A un buen bebedor de vino no le pasa casi nunca, pero si llegara a suceder, el buen bebedor de vinos también tiene en su freezer un racimo de uvas blancas congeladas, especialmente en verano. Ahora, para sorprender, las lleva a la mesa en un bowl y las usa a manera de hielo en la copa. El frío llegará rápido y, además, después se pueden comer las uvas como un extra de sabor.
  • No hay buen vino. Ya cerró el supermercado y la vinoteca. Y tenés gente que llega a casa con las manos vacías. Te queda, como suele suceder, una botella de vino berretón que tenés para cocinar y te da no sé qué servirlo. Te queda una alternativa antes de la sangría: enfríalo un poco y pásalo 30 segundos por la licuadora para que, al hiperoxigenarlo, parezca un mejor vino. Parecerá, es seguro, pero el truco se completa si evitas que vuelva a calentarse.
  • Se rompió el sacacorchos. Sucede en las casas de los amigos que no beben vino, que el único sacacorchos que hay es uno tipo “T”, comprado en el chino de urgencia un noche del pasado, que ahora, cuando tirás del mango, se desprende del gusano. No desesperes. Un MacGyver del vino siempre tiene a mano una cortaplumas que salva a todos. Pero como en esa mesa no hay un MacGyver, una pinza puede colaborar, lo mismo que una llave de candado clavada en diagonal al corcho y apalancada. Si todo fallara, aún queda una opción: sacarse una zapatilla y, hundiendo la botella en el talón, golpearla con firmeza contra una pared. El efecto ariete sacará el corcho al cabo de una docena de golpes.
  • Con algunas botellas pasa que, debido al ataque de una bacteria cuando el corcho aún no era tapón, adquiere un indebido gusto. Es bastante fulero y se lo denomina TCA. Lo mejor es tirar la botella por la borda y arrancar de nuevo. Pero si fuese la última y no tuviera reemplazo, aún queda un recurso: papel film. Se amasa una buena cantidad, de forma que quede un cilindro irregular que quepa por el cuello de la botella. Se lo introduce y se agita el vino. En cinco minutos, la mayor parte –si no todo– del gusto desagradable se habrá ido, dejando al vino un poco soso, eso sí, pero tomable.
  • El truco del ananá o el melón. Si la cosa viene fulera este verano y no queda un peso para buenas botellas, aún se puede salvar un encuentro con un poco de imaginación y una frutería. El truco es enfriar bien el vino blanco y servirlo en vasos con hielo y unos triángulos de melón o ananá. Con eso, le levantás el aroma sin aportarle mucho sabor y conseguís un cóctel canchero. También podés ponerle azúcar, pero eso ya sería alevoso.
  • Huevos podridos. Es corriente en vinos jóvenes, tintos sobre todo, que recién abiertos huelen desagradable, como si fuera olor a huevo podrido. Y es corriente, también, que uno descarte la botella apresurado. Error: hay solución. Y un MacGyver del vino la conoce: hay que oxigenar infatigablemente bien la copa o bien, pelando un cable y arrojando unos hilos de cobre a la botella (para luego sacarlos), el proceso se acelera y el tufo se va muy rápido. Los ingleses, que son tan cancheros como el mítico MacGyver, usan monedas de un penique, 100% de cobre, que siempre llevan en el bolsillo.

JOAQUÍN HIDALGO

Fuente: lmneuquen

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