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Consejos prácticos para elaborar unos sofritos deliciosos y guardarlos en el congelador para realzar distintos platos
La cocina, tanto la de grandes restaurantes como la casera de toda la vida, tiene un punto clave: el sabor. El regusto sabroso -ese toque que queda en el paladar y que a veces retrotrae recuerdos gustativos- no es el producto principal, sino la salsa que le acompaña. Ese sabor memorable procede de un sofrito elaborado con verduras frescas, con un cocinado a fuego suave que propicia la caramelización de sus jugos y una textura inigualable. En este artículo se dan varios consejos para preparar ricos sofritos y cinco combinaciones para hacer, congelar y tener siempre a mano.
Un buen sofrito necesita de su tiempo de cocinado, un corte fino y regular de las verduras y una preparación controlada. Muchas veces no hay tiempo de hacerlo y eso le resta posibilidades a los platos. Para evitar esta situación, es recomendable hacer una buena cantidad de sofrito y congelarlo en pequeñas porciones; así se podrá usar cuando se necesite.
Consejos generales para elaborar los sofritos
- En primer lugar, cortar la verdura de manera regular y, si es posible, en brunoise (cuadraditos pequeños) para que se cocinen todos los componentes del sofrito con uniformidad, la dureza de unos u otros no tenga excesiva importancia y se puedan hacer casi todos los ingredientes a la vez.
- También es importante cocinar en cazuelas amplias y no en exceso altas para que el cocinado sea uniforme y no se tenga que mover todo el rato durante la preparación, que es lo que pasaría en una cazuela estrecha y alta.
- La cocción con la tapa ayuda a que haya un ambiente húmedo dentro de la cazuela y, de este modo, se cocinen antes los ingredientes del sofrito.
- Hay que agregar una pizca de sal durante el cocinado, pero no en exceso, dado que luego se añade el sofrito a otras elaboraciones que ya pueden tener sal, y uno se podría pasar de salazón en el resultado final.
- Por lo general, la grasa que se empleará para cocinar será aceite de oliva virgen, ya que dará un toque de calidad tanto al sofrito como a la elaboración final.
- El cocinado suave, tapado, con un toque de sal y de vez en cuando removiendo dará como resultado un sofrito dorado, ligeramente caramelizado y sabroso.
- Una vez hecho, se cuela y escurre del posible exceso de grasa. Se deja enfriar y se coloca en una cubitera (una cucharada de sofrito en cada hueco). Así, una vez congelado, se sacan los cubitos que se necesitan y se mantienen congelados los demás para otras recetas.
- Habrá que guardar los cubitos en bolsas, no en la cubitera. De este modo, si hay un corte de luz cuando no se está en casa, se sabrá que se ha roto la cadena de frío y que se deben tirar, porque perderán su forma.
- Cada bolsa con los cubitos debe estar etiquetada con el nombre del sofrito y la fecha de la elaboración, para luego saber todos esos datos que resultarán útiles al agregar a cada plato.
5 sofritos imprescindibles en nuestros congeladores
1. Sofrito de tomate. Primero hay que triturar una cebolla y dos dientes de ajo y sofreír en una cazuela con un par de cucharadas de aceite de oliva. Se añaden un par de tomates triturados, se sofríe todo el conjunto durante 30 minutos, se pone a punto de sal y se le da un toque de tomillo y laurel. Se enfría y congela en porciones. Sirve para la elaboración de unas vainas guisadas, arroces caldosos, sopa de pescado o para guisos de legumbres.
2. Sofrito de curry y frutos secos. Se pican unos cuantos dientes de ajo para sofreírlos ligeramente. Antes de que cojan color, se agregan un par de cucharaditas de curry y un puñado de avellanas tostadas y trituradas, se pone a punto de sal y se remueve hasta conseguir un sofrito homogéneo. Se puede utilizar para la elaboración de pasta salteada, fideos chinos, guisos de conejo y de pollo y, por supuesto, para risottos.
3. Sofrito de pimiento choricero. Se sofríen la cebolla, el pimiento verde, el pimiento rojo y los dientes de ajo, todos ellos cortados en brunoise, hasta conseguir un toque dorado. Se añade la carne del pimiento choricero, se rehoga y se pone a punto de sal. Se enfría y congela. Es apropiado en la elaboración de salsas para guisos de legumbres, en guisos de carne, mejillones cocidos y para reforzar el sabor de sopas de pescado y de cocido.
4. Sofrito de salsa marinera. Se pican cebolla, puerro, ajo y tomate. Se sofríen en una cazuela con un par de cucharadas de aceite de oliva y, cuando comiencen a cocinarse, se agregan una cucharadita de pimentón y un par de cucharones de caldo de pescado. Se deja reducir para que la verdura adquiera el sabor del caldo de pescado. Hay que poner a punto de sal, enfriar y congelar. Así ya se tiene preparado un sofrito idóneo para añadir a pescados asados o escalfados, arroces marineros y paellas, así como para unas patatas guisadas con pescado.
5. Sofrito con sabor a barbacoa. En una cazuela amplia con un poco de aceite de oliva se cocinan a fuego lento una cebolla troceada, un par de dientes de ajo, jengibre rallado y un tallito de citronela. Cuando la verdura esté dorada, se agregan un par de cucharadas de azúcar moreno y una de miel, zumo de naranja y un par de cucharadas de vinagre y se deja que el sofrito siga cocinándose durante un par de minutos hasta que comience a homogeneizarse. Por último, se añade salsa de tomate y se pone a punto de sal; se enfría y congela. Ya está listo un sofrito de barbacoa imprescindible para la elaboración de asados de aves o para agregar a unas costillas guisadas o asadas.
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