Pastel cordobés o ‘Manolete
A Manuel Rodríguez Sánchez Manolete le gustaba el pastel cordobés y lo compraba inicialmente en Casa Mirita y posteriormente en San Rafael. El torero, que había probado en México un dulce de sabor similar llamado Chilacayote (cidra o cabello de ángel cristalizado), quiso llevar a sus amigos mexicanos unas porciones de pastel cordobés para que lo degustaran. Con dicha finalidad y para una mejor conservación durante el viaje a América, José Delgado elaboró raciones individuales redondeadas (aproximadamente de 12 cm de diámetro) y en homenaje al Califa las denominó Manolete. Actualmente, en muchas confiterías y pastelerías de Córdoba se continúa vendiendo dicho formato reducido de pastel cordobés.
La Cátedra de Gastronomía de Andalucía en su iniciativa Gastronomía y Tauromaquia, consistente en vincular varios platos y uno de los postres más representativos de la gastronomía tradicional cordobesa (rabo de toro, salmorejo, flamenquín, pastel cordobés y arroz o perol cordobés) con los cinco califas del toreo (Lagartijo, Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés), propuso, como no podía ser de otra forma, asociar el pastel cordobés a Manolete. Maridado con una copa de PX de la DO Montilla-Moriles (servido muy frío) el postre resulta perfecto. La pequeña historia del Manolete es buena prueba de lo acertado del logotipo institucional escogido para la celebración del Centenario de Nacimiento de Manuel Rodríguez Sánchez (1917-2017): Manolete 100 Años Vivo.
Rafael Jordano Salinas
* Director de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía
Fuente: Diario Córdoba
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