Naranja, pomelo, limón... le damos las claves para escogerlos en su momento óptimo de maduración y conservarlos perfectos en casa
Los cítricos destacan por su contenido en flavonoides, folatos, vitamina C y potasio; nutrientes que, juntos, forman una barrera protectora frente a las enfermedades cardiovasculares. Para los deportistas, los cítricos, y especialmente las naranjas (por su potasio, vitamina C y carotenoides), son una alternativa válida para reponer los minerales y el líquido perdidos después de la actividad física. En este artículo explicamos cuándo están en su momento óptimo de consumo, cómo elegirlos y cuál es la mejor manera de conservarlos en casa.
Los naranjos florecen a principios de la primavera, con un período de maduración que abarca desde mediados del otoño a casi iniciado el siguiente verano, por lo que durante esos meses están en su mejor época. Pero las distintas variedades hacen que se puedan disfrutar durante todo el año.
Las que están en su mejor momento de maduración resultan pesadas respecto a su tamaño. Se han de desechar los ejemplares que suenen a hueco al golpearlos, presenten golpes o magulladuras o tengan olor a rancio. El color de la piel no indica con seguridad la calidad del fruto, pues hay naranjas maduras con la cáscara verde.
Imagen: TatyanaGl
Mandarina: mejor al fresco y con humedad
Se pueden encontrar en el mercado desde septiembre hasta principios de marzo. Para asegurarnos que las que metemos en el carrito están pletóricas de sabor y propiedades, su piel debe ser blanda, pero no arrugada y bien adherida a los gajos. Además, una buena señal de su calidad será el olor que desprenda, más dulce e intenso cuanto más madura. Una vez recolectada, la mandarina se conserva perfectamente a temperaturas de refrigeración, entre 3 ºC y 7 ºC, en la parte menos fría del frigorífico. Las pérdidas de peso debidas a la evaporación de agua pueden ser considerables en un almacenaje prolongado, si no se consigue mantener la humedad relativa del aire al 90%.
Lima: aromática y delicada
Conviene elegir aquellos ejemplares que parezcan pesados para su tamaño, con la cáscara lisa, firme, brillante y de color verde intenso. Las pequeñas manchas marrones que pueden presentar en la cáscara, aunque les quite atractivo, no afectan al sabor. Se deben descartar las piezas blandas o desecadas. Las limas deben manipularse con cuidado, ya que son bastante más delicadas que sus parientes los limones. Pierden agua fácilmente, por lo que se secan con rapidez, arrugándose y perdiendo su jugosidad. Además, tienen tendencia a amarillear si se las expone a la luz intensa, al tiempo que su sabor se altera y pierden su acidez característica. A temperatura ambiente se mantienen una semana. Si queremos que duren más hay que meterlas en la nevera.
Limón: sana compañía todo el año
Imagen: Rob Bertholf
Pomelo: el más sensible de los cítricos
Los pomelos florecen durante la primavera y sus frutos maduran según las variedades entre los meses de otoño e invierno, por lo que su mejor época de consumo es entre los meses de octubre y marzo. Han de estar intactos, sin golpes y tener mayor peso respecto a su tamaño. Son muy sensibles al ataque de mohos y se deterioran con facilidad, por lo que hay que desechar los que tengan zonas endurecidas o excesivamente blandas en la cáscara y no resistan con firmeza a la presión de los dedos. A temperatura ambiente se conservan una o dos semanas. Admiten congelación.
Fuente: Eroski Consumer
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