Desecar tomates es un recurso sencillo y muy práctico para aprovechar el excedente en verano y crear platos deliciosos
En verano abundan los tomates. Es el momento idóneo para aprovechar este fruto tan rico en antioxidantes, vitaminas y agua, y preparar con él platos frescos, como ensaladas o entrantes. Pero su abundancia también brinda la oportunidad de conservarlo y disfrutarlo en otros momentos del año. Las salsas de tomate caseras, que se pueden congelar, o la mermelada de tomate hecha en nuestra cocina son los recursos más empleados. Pero hay otros. Entre ellos, conservar los tomates desecados. Para deshidratarlos, se aprovecha el sol del verano o se utiliza el horno de casa. A continuación, se enumeran las principales claves para desecar tomates.
Imagen: jules:stonesoup
Desecar tomates: preparación básica
Tanto si se utiliza el horno como el sol para deshidratar los tomates, primero hay que preparar todos los implementos, incluidos los frutos. El primer paso es lavarlos con agua fría y secarlos bien con un paño.
- Cortar los tomates. Una vez lavados y secados, procederemos a cortarlos. Si usamos tomates grandes, conviene hacerlo en cuartos y quitarles las semillas para que la desecación sea más rápida. Si elegimos tomates cherry, los partiremos por la mitad.
- Condimentar. Echaremos sal fina sobre los trozos de tomate, sin excedernos, pero procurando sazonar todas las caras del fruto. Si nos gustan las especias, este es el momento de añadirlas para que den un toque de sabor. El romero, el tomillo, el orégano y la albahaca son las más utilizadas, pues combinan muy bien con el tomate.
- Colocar los tomates. El mejor soporte para desecar los tomates es una rejilla, ya que permite que circule el aire en todas las direcciones, también desde abajo. Pondremos los trozos con cierta separación entre ellos y apoyados sobre la piel, es decir, con el interior hacia arriba.
Deshidratar tomates al sol
Elegiremos, en primer lugar, un sitio donde dé el sol la mayor parte del día. Es fundamental, además, hacer esto en las jornadas más calurosas del año y en zonas donde no llueva demasiado en verano, para asegurarnos la continuidad. El proceso de secado al sol lleva unos cuantos días.
- Llevaremos a esa zona la rejilla con los tomates, apoyándola en los extremos sobre unos ladrillos, vasos, latas o cualquier elemento que permita separarla un palmo de la mesa o el suelo. De esta manera, conseguiremos que el aire caliente circule también por debajo.
- Cubriremos ahora el conjunto con un tul fino, que deje el paso del sol, pero que evite que se acerquen insectos o que las moscas estén en contacto con los tomates. Es importante fijar de algún modo esta tela al suelo o la mesa (por ejemplo, con algún peso) para que no se vuele con el viento.
- Por la tarde, cuando se ponga el sol, retiraremos la reja con los tomates y los llevaremos dentro de casa; así impediremos que se humedezcan con el rocío nocturno. Al día siguiente, cuando haga calor, sacaremos de nuevo los tomates, poniéndolos del mismo modo.
- Repetiremos esta operación durante varios días -puede tardar entre 2 y 3 semanas-, hasta que los tomates se sequen. Sabremos que están deshidratados cuando adquieran un color rojo más oscuro, una textura más firme (similar a la del cuero) y dejen de estar pegajosos.
Desecar tomates en el horno
El horno, desde luego, facilita mucho las cosas y acorta los tiempos de espera. Se trata de un entorno controlado donde no se depende del clima y se puede conseguir una temperatura constante.
- Precalentamos el horno hasta alcanzar una temperatura entre 50 ºC y 60 ºC. Una vez que esté caliente, introducimos la rejilla con los tomates condimentados.
- El tiempo de secado dependerá del tamaño y la cantidad de tomates que utilicemos. En cualquier caso, no es un proceso inmediato: puede tardar entre 4 y 10 horas. Al igual que con la deshidratación al sol, sabremos que están listos cuando su color se oscurezca de manera notable, su textura se endurezca y dejen de estar pegajosos.
Cuando ya tengamos los tomates deshidratados, podemos usarlos en el momento o conservarlos, por ejemplo, en botes de cristal con aceite de oliva virgen. En la nevera durarán varios días, pero si se quiere una mayor vida útil, habrá que hacer vacío en los botes con la técnica del baño María. Para ello, es importante ser cuidadosos con esta técnica y seguir paso a paso las recomendaciones de seguridad alimentaria.
LAURA CAORSI
Fuente: Eroski Consumer
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