El corcho moderno que conocemos fue inventado por el célebre monje Dom Perignon, quien estaba harto de que todo su vino se escurriera al no tener una tapa que resistiera a la presión de sus primitivos espumosos, y se le ocurrió tapar sus botellas con un pedazo de la corteza de un árbol.
Ni una sola de las calidades organolépticas del vino debe escaparse de la botella antes de ser abierta.
Dentro de los corchos hay algunas categorías interesantes que hacen al cuidado del producto por muchos años, siempre y cuando se cuente con las condiciones adecuadas de guarda. El corcho longevo, como les decía, aguanta todos los años que se le echen encima y no sufre frente a los cambios de temperatura. Pero no es eterno, ya que tres factores externos pueden echar a perder ese maravilloso y caro vino gran reserva que compraron para beber algún día: 1) exceso de sequedad en el ambiente, 2) cuando la botella permanece de pie, en vez de estar acostada y 3) cuando es atacado por ciertas bacterias.
Los dos primeros casos son fáciles de resolver, ya que teniendo la cava o el lugar de la guarda con un buen clima húmedo y poner la botella en reposo de modo horizontal, solucionamos eso; pero para el tercer caso, las bacterias producen hongos y en el mayor de los casos, terminan venciendo y echando a perder el vino, dándole un sabor a corcho, por lo que comúnmente decimos “el vino está encorchado”.
Los tipos de corcho se establecen como estándar con un diámetro de 24mm y se comprimen hasta 18.5 mm antes de colocarse. Los que se utilizan generalmente son: corchos largos, aquellos destinados por los grandes bodegueros y las vinícolas más prestigiadas para proteger vinos que vayan a envejecer por décadas; corchos cortos: para vinos jóvenes o con una vida útil mucho más corta; de aglomerado: se realizan con pedazos de alcornoque amalgamados, para vinos normales o algunos espumosos, generalmente tienden a ser más económicos; vinos espumantes o champagne: poseen una parte larga de corcho aglomerado bajo la cual se encolan dos capas de corcho uniforme, es la única parte que entra en contacto con el líquido, su forma de hongo se debe que solo se comprime la base y puede resistir la presión de los vinos espumosos.
José Carlos Palacios Sommelier
Fuente: Diario de Yucatán
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