El Gourmet Urbano: ¿Sabías que el #CROISSANT no nació en Francia?

miércoles, 22 de agosto de 2018

¿Sabías que el #CROISSANT no nació en Francia?

Durante un viaje a Francia, además de los característicos crepes, los croissants no suelen faltar en la lista de productos típicamente franceses que todos queremos degustar. Pero al contrario de lo que mayor parte de personas creen, el origen de estos deliciosos panecillos dulces típicamente asociados a la panadería gala se encuentra a varios cientos de kilómetros de París. Concretamente en Austria. Pero es que además, su característica forma hace referencia a la cultura de un tercer estado situado en la frontera entre Asia y el Viejo Continente. A continuación, te invitamos a realizar un pequeño y goloso recorrido por la historia del que probablemente sea uno de los bollos más famosos del planeta, cuyo protagonismo en los desayunos de medio mundo es indiscutible.

Breve historia del croissant


© Anastasy Yarmolovich

Los croissant o cruasanes, como decimos en España, también llamados 'cachitos', 'medias lunas', 'cangrejitos' o 'cuernitos' en Latino América, se han convertido en uno de los buques insignia de la panadería francesa. No obstante, el origen de estas pequeñas delicias de masa hojaldrada elaboradas con mantequilla o margarina no se encuentra en la capital gala, sino en Viena, llegando a París allá por el año 1840 de la mano de August Zang, un oficial austriaco que, junto a algunos maestros panaderos vieneses, abrió una panadería donde se elaboraba un pan fermentado utilizando únicamente con levaduras jamás visto hasta la fecha. Rápidamente, este nuevo tipo de panes alcanzaron una gran popularidad entre las clases más pudientes de la época bajo el nombre de "pan vienes", dando pie a la creación de un nuevo tipo de productos de panadería conocido como viennoiserie, en el que posteriormente se incluirían otros dulces típicos franceses como los famosos pain au chocolate, muy similares a nuestras napolitanas.

Según cuenta la leyenda, la creación de este popular producto se remonta al año 1683, cuando las tropas del Imperio Otomano avanzaban por Europa, llegando hasta las puertas de Viena, tras haber conquistado Constantinopla, los Balcanes y parte de Hungría de la mano de gran visir Kara Mustafá. Al llegar a la capital austriaca, el comandante y sus 20.000 soldados se toparon con una enorme muralla sumamente difícil de penetrar. Entonces, el visir decidió hacer excavar un túnel por debajo de los muros defensivos que le llevasen hasta el centro de la principal urbe austriaca, y así sorprender a sus habitantes en mitad de la noche.

Sin embargo, los panaderos que, como todo el mundo sabe, comienzan su labor antes de la salida del sol, se dieron cuenta de los extraños ruidos y dieron la voz de alarma, de tal manera que las tropas locales pudieron hacer frente a las hordas musulmanas, obligándoles a retroceder. Más tarde, las tropas austriacas del emperador Leopoldo I, dirigidas por el rey de Polonia Juan III Sobieski, culminarían la expulsión de los invasores otomanos, condecorando posteriormente a los panaderos de la ciudad por su valiosa ayuda. Estos, en agradecimiento elaboraron dos panes, uno con el nombre del emperador y otro llamado Halbmond, que en alemán significa "media luna", a modo de mofa contra los invasores otomanos, cuyo estandarte lucia la media luna que todavía lucen muchos estados musulmanes. Este panecillo sería el antepasado del croissant. Curioso, ¿verdad?

Mismos hechos históricos, diferente creador


Mismos hechos históricos, diferente creador
© Peter Mayer

Hay otra leyenda menos extendida que sitúa la creación del croissant en este mismo contexto histórico, pero atribuyendo su creación al hombre de negocios polaco Jerzy Franciszek Kulczycki (conocido en Alemania como Franz Georg Kolschitzky). En un momento en el que las fuerzas locales estaban planteándose una posible rendición, se dice que este hombre consiguió salir de la ciudad sin ser visto por las tropas otomanas, reuniéndose con Carlos V de Lorena para informarle de la situación. Al volver, convenció a las autoridades locales para continuar la lucha a la espera de los refuerzos que posteriormente llegarían, terminando así con el cerco a la ciudad Viena.

Kulczycki, quien es actualmente considerado un héroe en la capital austriaca, fue supuestamente el primer europeo en introducir el café en el Viejo Continente, al recuperarlo de las provisiones abandonadas por los musulmanes tras la derrota. Se dice que para celebrar la victoria, este sirvió por primera vez esta nueva bebida acompañados de una especie de galletitas con forma de medialuna conocidos con el nombre de Kipferl, que son los que aparecen en la foto anteriormente mostrada.

Si después de leer este artículo te ha entrado el apetito o te has quedado con ganas de más dulce, te invitamos a leer el siguiente artículo dedicado a cinco de los postres más populares en el mundo. Bon appétit!


Gonzalo González Beneytez 

Fuente: Easy Viajar

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