Bajas en calorías y con un sabor muy suave, las berenjenas dan mucho juego para elaborar recetas saludables
Su forma de gota alargada, su llamativo color y la textura brillante de su piel recuerdan a un globo de agua. Sin embargo, es su interior lo que confirma el parecido: las berenjenas están entre los alimentos que contienen más agua, un elemento que supera el 92 % de su composición nutricional. Por fortuna para nuestra dieta, no es lo único que posee esta hortaliza. A continuación contamos las principales propiedades nutricionales de las berenjenas, cómo elegir las mejores en el mercado y qué tener en cuenta al prepararlas en la cocina.
Imagen: jacqueline macou
Además de agua, las berenjenas también nos aportan potasio, cantidades medias de fibra y algunos minerales importantes, como el magnesio y el calcio. Como tiene pocas calorías (apenas 84 kcal por cada 100 gramos), es una buena candidata para las dietas de control de peso.
Las berenjenas crecen mejor con el calor, y estas se han desarrollado con el sol del final del verano. Un lujo. La clave para elegirlas está en buscar aquellas que sean firmes al tacto y que no tengan marcas o cortes en la piel, ya que es una hortaliza muy sensible que se deteriora con rapidez y cuya pulpa se oxida en contacto con el aire. Su piel las protege, pero es muy fina, así que en casa conviene manipularlas con cuidado para evitar roturas, como si fueran globos de agua.
Imagen: KaterynaSednieva
Las berenjenas se pueden preparar de muchísimas maneras: en salteados y pistos, al horno, fritas, rebozadas, en musaka estilo griego...
Lo importante, en todos los casos, es eliminar el deje amargo que tiene su pulpa y que, en algunos casos, podría estropearnos el plato. Hay un truco muy sencillo para ello. Primero, abrimos la berenjena, hacemos unos cortes en su carne y le echamos sal. La dejamos reposar así durante media hora sobre una rejilla (primero con la pulpa hacia arriba, luego con la pulpa hacia abajo). La sal hará que brote el jugo de la berenjena (el responsable del sabor) hacia la superficie. Enjuagamos bajo el chorro de agua fría, secamos con un paño y ¡lista para cocinar!
LAURA CAORSI
Fuente: Eroski Consumer
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