Resulta que el país de Angela Merkel es el cuarto del mundo con más estrellas Michelin y no nos habíamos enterado. Ya es hora de romper los tópicos y superar la cerveza y el bretzel
Alemania, en lo gastronómico, le debe mucho a las salchichas, al bretzel y a la cerveza. Pero lo mismo que la han hecho grande y reconocible alrededor del mundo, también han jugado en su contra. Todo el mundo, y nos incluimos en esa creencia común, pensamos que la gran y única aportación de una de las principales potencias económicas mundiales en el terreno gastronómico son unos palitos de carne alargados y ese oro líquido que se extrae de la cebada.
Plato de la gastronomía alemana. (TMBW para Tourismus Marketing GmbH)
Pero estamos muy equivocados: el país de Beethoven y Claudia Schiffer (por poner dos ejemplos completamente antagónicos) tiene mucho que decir a la hora de sentarse a la mesa. De hecho, los muros que hemos creado en torno a la gastronomía alemana son tan altos que ha tenido que ponerse en marcha una campaña del Gobierno alemán llamada precisamente así, 'Cómete los tópicos', para que empecemos a mirar con otros ojos lo que se esconde detrás del chucrut y el kartoffel.
Johannes King. (Michael Wissing para DZT)
Más estrellas Michelin que en España
Cuesta creerlo, pero es cierto. A pesar de que nuestro país presume de grandes y reputados cocineros de talla internacional que han ganado en varias ocasiones galardones como mejor restaurante del mundo, en Alemania existen más de 300 locales que cuentan con alguna estrella Michelin, lo que le sitúa como tercer país europeo y cuarto en el mundo en poseer estas distinciones. Pero lo más interesante no es eso, lo más sorprendente es que muchos de ellos se encuentran en poblaciones minúsculas: el municipio de Baiersbronn, en plena Selva Negra, alberga dos restaurantes con tres estrellas Michelin y uno con dos estrellas: ocho en total para una población que no llega a los 15.000 habitantes.
Plato típico con espárragos. (DWI para Deutsches Weininstitut)
El espárrago, la piedra angular
Ya, sí, suena a broma, pero no lo es: ¿que ese vegetal al que nosotros le ponemos bien de mayonesa es uno de los pilares de la cocina alemana? No nos atreveríamos a decir tanto, pero sí, es una pieza importante. Entre otras cosas porque hay tantos tipos y tantas formas de prepararlo que existen libros de recetas enteros dedicados solo a él. Pero lo más interesante es que los alemanes lo maridan con caldos, es decir que a cada espárrago y cada manera de cocinarlo le corresponde un vino u otro.
Imagen en una pastelería. (Roman Kraft para Unsplash)
Premiar lo local y de temporada
Cada vez es más común que las economías locales y regionales se impongan a las globales, es decir, que apostemos por comer lo que están produciendo nuestras tierras en este momento en vez de exportar lo que se está cultivando en el otro lado del planeta. Alemania es pionera en esta implementación de la 'comida regional' y que se basa en utilizar siempre ingredientes de temporada para asegurarse de que sean frescos, cercanos y, por tanto, que no han pasado por procesos de conservación que alteren su calidad. Existen muchos calendarios que te informan de qué tipo de producto tienes que consumir según en qué mes del año te encuentres. Así han sobrevivido recetas milenarias como las maultaschen, una pasta rellena de carne picada y espinacas, especialidad inventada por los monjes en el medievo y originaria de la región de Baden-Wurtemberg, o el queso harzer, un superalimento famoso entre los deportistas por ser rico en proteínas y pobre en grasa. Una delicia de Sajonia-Anhalt.
Un sabroso almuerzo regado con la típica jarra de cerveza. (Knut Pflaumer para Deutsche Zentrale für Tourismus e.V)
Paellas y gazpacho, versión germana
Ya sabemos lo rica y variada que es nuestra gastronomía, tan diversa que cada provincia española cuenta con un plato ganador: el cocido madrileño, la paella valenciana, la fabada asturiana... Pues en Alemania, aunque a algunos les sorprenda, ocurre lo mismo. Desde los panecillos con pescado que llevan sirviéndose en el mercado de pescado de Hamburgo hasta las bayas revitalizantes de Mecklemburg o el dibbelabbes de Sarre (una hogaza rellena de patata, puerro, cecina y especias), la variedad es tan grande que harán que olvides las weißwurst y las interminables jarras de cerveza. Aunque siempre podrás volver a ellas.
J. D.
Fuente: Vanitatis - El Confidencial
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