El tipo de crianza influye en el sabor, la textura, el color y el precio de la carne de pollo, aunque no en sus propiedades nutricionales
Nuestro país (ESPAÑA) es uno de los principales productores europeos de carne de ave, y el pollo, en particular, es la estrella. Con 14 kilos al año por persona, es la carne fresca que más se consume en el país. El éxito se explica por las bondades del alimento, que tiene un sabor muy suave, gusta a adultos y niños y se puede preparar de muchas maneras. Además, es una carne muy sana. Nos aporta proteínas, vitaminas y minerales, y tiene pocas calorías y grasas (que se encuentran, sobre todo, en la piel). Por eso se recomienda hasta en las dietas para adelgazar. Eso sí: no todos los pollos son iguales.
Hay pollos y pollos. Una visita al mercado alcanza para ver que, más allá de los productores o de la presentación (hay bandejas de filetes, pechugas o muslos, por ejemplo), hay piezas de distintos tamaños, colores y precios. El método de crianza tiene mucho que ver en esto y en el sabor de la carne, aunque no en su composición nutricional, que es muy similar en todos los casos. En lo que a calorías y grasas respecta, tiene más incidencia el método de cocción que el tipo de crianza. Un pollo empanado y frito tiene un 20 % más de calorías que uno asado (con piel), un 50 % más que una pechuga de pollo a la plancha y el triple de grasa que ambos.
Imagen: Capri23auto
Hay pollos y pollos. Una visita al mercado alcanza para ver que, más allá de los productores o de la presentación (hay bandejas de filetes, pechugas o muslos, por ejemplo), hay piezas de distintos tamaños, colores y precios. El método de crianza tiene mucho que ver en esto y en el sabor de la carne, aunque no en su composición nutricional, que es muy similar en todos los casos. En lo que a calorías y grasas respecta, tiene más incidencia el método de cocción que el tipo de crianza. Un pollo empanado y frito tiene un 20 % más de calorías que uno asado (con piel), un 50 % más que una pechuga de pollo a la plancha y el triple de grasa que ambos.
- Pollo convencional. Es el más consumido. Los animales se crían de forma intensiva, si bien el entorno ha mejorado mucho en los últimos años para atender al bienestar animal. Son los que reciben más cuidados veterinarios para evitar la proliferación de enfermedades; además, no puede haber más de 19 pollos por m2. Se alimentan con pienso a base de maíz, soja y trigo. Como se trata de aves de crecimiento rápido, pueden sacrificarse a los 42 días de vida. La optimización de los procesos se refleja en el precio final: es el más barato.
- Pollo extensivo en interior. Su nombre lo dice casi todo. Se cría en el interior, como el convencional, pero con algo más de espacio (no puede haber más de 15 pollos por m2) y otros elementos para mejorar el bienestar del animal. Vive un mínimo de 56 días.
- Pollo campero o de corral. Hay tres tipos: los normales, los tradicionales y los que se crían en total libertad. Se diferencian en la cantidad de espacio del que disponen, en el tipo de ejemplar (de crecimiento lento) y en el tiempo de vida, que va de los 60 a los 81 días. Su alimentación depende del criador, aunque debe basarse en cereales, por lo que se invierte en piensos de mejor calidad o, directamente, en granos de maíz. Esto último se nota en el color de la carne y la piel, que acaban siendo más amarillas. Los pollos de corral se crían en menores cantidades; los procesos no están tan automatizados y requieren una mayor inversión, tanto en la alimentación y los cuidados como en el tiempo que se tarda en recuperar la inversión. Por eso son más caros.
- Pollo ecológico. Un pollo ecológico es siempre un pollo de corral, pero no a la inversa. Es importante hacer esta distinción porque suelen confundirse unos con otros. Para que un pollo sea ecológico no basta con criarlo en libertad; también hay que cuidar otros aspectos. Los alimentos que consume no pueden haber sido genéticamente modificados ni tratados con sustancias químicas (como pesticidas, fertilizantes, antibióticos o aditivos). Estos pollos comen pienso ecológico o maíz natural. Además, tienen libertad de movimientos y un mínimo de ocho horas de descanso sin luz artificial. Su crecimiento es más lento que el de los pollos industriales y su carne es más firme y sabrosa, como sucede con los pollos de corral. También se sacrifican a los 81 días de vida. Garantizar todos estos aspectos de la crianza es más costoso para el productor, y ese coste se traslada a los consumidores.
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