El viejo truco no funciona y la ciencia lo demuestra
Descorchas la botella, sirves las copas, haces el brindis que procede en un día como hoy y, una vez sabes que nadie querrá más cava, champán u otros vinos espumosos, colocas una cucharilla al revés en el cuello de la botella para que no se escape el gas.
¿Sabes bien por qué lo haces? Posiblemente porque lo has visto hacer toda la vida. Pero en realidad se trata de un falso mito, una extendida costumbre que no sirve para nada.
Lo explica Ferran Centelles, ex sumiller de El Bulli: “Una vez abierta la botella, al no estar el vino bajo presión, el gas se va perdiendo, y la única manera de intentar minimizar la pérdida es volviendo a sellarla”.
Lo único que conseguirá que la botella conserve sus burbujas tal y como eran antes de ser descorchada son “unos tapones que funcionan con un sistema de válvula, que cierra la botella herméticamente; lo que provoca que el gas se mantenga durante más tiempo (entre 3 y 5 días, ya que todavía no existe ninguno que permita que el CO2 dure más)”, señala Centelles.
cava (p1images / Getty)Aún así existe un pequeño truco –que no un milagro– para ralentizar la pérdida de gas: el frío. “La mayoría de vinos espumosos tienen entre 3 a 6 atmósferas de presión de gas y su solubilidad le permite integrarse en la bebida, por lo que cuanto más fríos estén, más lo retendrán”, explica el ex sumiller de El Bulli.
Por eso siempre se aconseja mantener la botella bien fría en todo momento y, a ser posible, servirla en una cubitera llena de hielo o agua muy fría; ya que si si dejamos la botella directamente sobre la mesa se calentaría y las burbujas se escaparían con muchísima más rapidez.
Lo único que ralentiza la pérdida del gas es el frío
Así que, ¿a qué estás esperando? Quita la cucharilla del cuello de tu botella de espumoso y ponla en el interior del frigorífico porque, tal y como se ha demostrado en múltiples experimentos científicos, es el mejor lugar para conservarla mientras no se haya consumido del todo.
YAIZA SAIZ
Fuente: La Vanguardia
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