Tomarlos en exceso puede aportar exceso de grasas o causar dificultades para digerir, entre otros problemas
Todo en exceso es malo, dice la sabiduría popular sin tener razón del todo, al menos en lo que se refiere a la alimentación. “En principio los productos saludables lo son siempre, a no ser que se tenga alguna contraindicación al respecto o que se esté intentando perder peso”, señala la nutricionista Lidia Folgar, autora de La salud en tu plato (Arcopress, 2018), quien se lamenta de que ciertos alimentos muy saludables hayan tenido una mala fama infundada a lo largo de los años por diferentes motivos, como su elevado aporte calórico.
Es cierto, sin embargo, que es siempre recomendable llevar una dieta variada y equilibrada, aprovechando la amplísima variedad de productos que ofrece el huerto mediterráneo, y tratando de no abusar de determinados productos por muy saludables que sean, ya que su consumo suele ir en detrimento de otros que también lo son y aportan unos nutrientes diferentes. Estos son algunos ejemplos.
Carnes blancas
Filetes de pollo (Bartosz Luczak / Getty Images/iStockphoto)
Los beneficios del pollo o el pavo frescos son numerosos, ya que aportan una buena cantidad de proteínas y pocas grasas. Ahora bien, según Felgar no es conveniente consumir estas carnes a diario, “ya que desplazamos el consumo de otras fuentes de proteína como legumbres o pescado”.
Frutos secos
Es más que recomendable consumir frutos secos a diario, alrededor de unos 20 o 30 gramos, pues son una fuente de carbohidratos, proteínas, grasas cardiosaludables, vitaminas y minerales. Sin embargo, no es recomendable exceder esta cantidad porque los frutos secos son altamente calóricos, y muchas personas no son conscientes de lo que están comiendo cuando ingieren de un plumazo 100 gramos de estos alimentos.
“Si presentas un exceso de grasa corporal y llevas una vida sedentaria, tienes que tener cuidado con aquellos alimentos excesivamente calóricos, aunque sean saludables. Los frutos secos son un buen ejemplo”, señala la dietista-nutricionista y licenciada en Tecnología de los Alimentos, Paloma Quintana.
Aguacate
Aguacate (olindana / Getty)
En la misma línea que los frutos secos encontramos el aguacate, un producto sanísimo que, en palabras de Folgar, “no debemos estigmatizar bajo ningún concepto”, pero sí adaptar su consumo a nuestro desgaste calórico y nuestro estilo de vida.
“Ocurre a menudo que alguien considera que está comiendo sano porque desayuna un aguacate con pan, jamón y huevo y a media mañana come, pongamos por caso, un par de plátanos con un gran puñado de frutos secos”, señala Quintana. “¿Es sano? Desde luego, pero hay que plantearse que habremos consumido unas 1.500 calorías antes de mediodía, cosa que una persona con una actividad física reducida es excesiva”.
Conservas de pescado
Conservas (digicomphoto / Getty)
Nada mejor que echar mano de una lata de atún o de sardinas en aceite vegetal para lograr un aporte de proteína más que interesante de forma rápida y eficaz. Quintana, sin embargo, aconseja limitar el consumo de aceites vegetales, ya que “presentan una alta cantidad de ácidos grasos omega 6, que puede dar lugar a un desequilibrio con el omega 3”, señala.
Esto significa, en palabras de Quintana, “que un exceso de omega 6 puede llegar a dificultar la metabolización del omega 3. De hecho, se dice a menudo que los frutos secos tienen una cantidad importante de ácidos grasos omega 6, pero al tener también omega 3 este desequilibrio queda suficientemente compensado”, cosa que no ocurrirá si nos excedemos en el consumo de aceites vegetales, presentes también en gran parte de productos ultraprocesados.
Carnes y pescados a la brasa
“Cuando determinados alimentos se exponen directamente a la llama se pueden generar sustancias que aumentan el riesgo de padecer cáncer”, señala Quintana. Por tanto, es mejor consumirlos de forma esporádica y apostar por otro tipo de cocciones.
Lechuga
tallo lechuga (Juanmonino / Getty)
No ocurre en todos los casos, pero muchas personas se quejan de problemas digestivos cuando toman lechuga y otros vegetales crudos. “Es evidente que los vegetales crudos son menos digestivos que los cocinados, y que en muchas ocasiones pueden producir gases, pero eso no significa que todo el mundo vaya a tener problemas para digerirlos”, señala Felgar.
En este caso, lo importante es escuchar a nuestro cuerpo y eliminar la lechuga o cualquier otro vegetal crudo si no nos sienta bien, optando siempre por vegetales cocinados que sean nutricionalmente equiparables a aquellos que comíamos crudos.
LAURA CONDE
Fuente: La Vanguardia
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