Porque el hombre GQ no puede vivir eternamente sólo de sublimes mini-croissants de mantequilla (¿o sí?).
Disclaimer: tras un exhaustivo estudio científico consistente en múltiples viajes al Manolo Bakes de la Plaza de Santa Bárbara por parte de la redacción de GQ, damos fe ante notario de que es completamente imposible hartarse de manolitos.
Aun así, no queremos renunciar a probar otras delicias patrias, porque nuestra bollería, confitería, pastelería y repostería están en su mejor momento en cuanto a creatividad, innovación y capacidad de hacernos un poco más felices.Adjuntamos pruebas:
Aun así, no queremos renunciar a probar otras delicias patrias, porque nuestra bollería, confitería, pastelería y repostería están en su mejor momento en cuanto a creatividad, innovación y capacidad de hacernos un poco más felices.Adjuntamos pruebas:
Tu nuevo objeto de deseo mantequilloso se llama kouign amann.Cortesía de Cientotreintaº
Kouign amann
Cortesía de Cientotreintaº
En pleno corazón del barrio madrileño de Chamberí, los hermanos Alberto y Guido Miragoli han alumbrado Cientotreintaº, un obrador de pan y tostadero de café en el que se elaboran productos artesanales de grandísima calidad. Con influencias procedentes de diferentes partes del mundo, Cientotreintaº incluye en su oferta originales propuestas como kouign amann (pronúncialo 'cuinshamaan'), una delicatessen tradicional de la ciudad de Douarnenez, en la Bretaña francesa. Su nombre significa “tarta de mantequilla” en bretón, aunque la denominación se queda corta. Es una combinación perfecta y jugosa entre croissant y palmera, con un exterior crujiente y un interior hojaldrado y decadente.
Cortesía de Alsur Café/Alsur Deli
Olvídate del cronut (croissant + donut) de Dominique Ansel porque el nuevo hito de los cruces gastronómicos viene de Barcelona: el churronut; es decir, la unión en forma y consistencia del churro con el donut. Es una creación reciente del Alsur Café y Deli de la Ciudad Condal y está causando furor, aunque hay que decir que, tal como explican nuestros compañeros de Traveler, se parece bastante a las rosquillas de San Froilán, típicas de León. De sabor se asemeja más al churro, según admiten sus responsables, pero su textura es suave y esponjosa y su glaseado es un guiño claro a la comida favorita de Homer Simpson.
Yoguis
Cortesía de Yoguis Madrid
A primera vista, lo que ves en la foto parecen 'corn dogs', esas salchichas empanadas y servidas con un palo que devoran los yanquis durante las ferias de pueblo y los partidos de béisbol. Pero no, son la última locura malasañera: se llaman yoguis (los puedes encontrar en San Andrés, 24) y son… ¡gofres rellenos! O 'waffle dogs', como se los conoce en Hawái, donde son muy populares. Son originalísimos y los hay salados –cabronara (queso, champiñón, bacon y salsa de yogurt); yogui marinero (calamares en su tinta y quesos)– y dulces, que es a lo que íbamos, como el pink panther (fresas, sirope de fresa y virutas rosas) o el yummy yoreo (oreo, sirope de chocolate y virutas de chocolate blanco). El local abre hasta bien entrada la madrugada, así que ya sabes lo que tienes que hacer para matar (mejor dicho, masacrar) el gusanillo al salir del Penta.
Miguelitos de la Roda
Cortesía de Turismo Castilla-La Mancha
Toca reivindicar un clásico, porque antes de los manolitos estaban los miguelitos, esos pastelillos de fino hojaldre rellenos de crema que llevan conquistando a varias generaciones de españoles desde los 60. Como su nombre indica, nacieron en La Roda, provincia de Albacete, de la mano de un rodense que decidió bautizarlos con el nombre de uno de sus amigos, fan número uno de estos bocados. Hoy en día son tan populares que tienen su propia Asociación de Productores y, si La Roda te pilla un poco lejos, siempre los puedes pedir por Amazon.
Moscovitas
Cortesía de Confitería Rialto
Estos son otros clásicos que ahora probablemente gozan de más popularidad que nunca. Originarios de Oviedo, son unas finas pastas de almendra marcona cubiertas de chocolate. Se parecen a las tejas, pero tienen un carácter algo diferente, y son muy adictivos y apetecen a cualquier hora del día. Su patente pertenece a la Confitería Rialto, con sucursales en Oviedo (San Francisco, 12) y Madrid (Núñez de Balboa, 86), y una red de distribuidores por todos los rincones de la península.
JUAN CLAUDIO MATOSSIAN
Fuente: Revista GQ
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