Te lo advertimos, después de que conozcas estos dulces nipones querrás serle infiel a tus postres de cabecera de toda la vida, ¡asegurado!
Observar detenidamente el monte Fuji, dejarte llevar por las frenéticas calles de Tokio, inmortalizar el jardín de Kenroku-en, aliarse con el silencio de los templos de Kioto o visitar Nagoya en un guiño al escritor Haruki Murakami. Existe una infinidad de razones por las que visitar Japón al menos una vez en la vida y entre ellas, como no, se encuentra su gastronomía.
No en vano estamos hablando del país con más estrellas Michelín del mundo. Y es que, aunque no te hayas parado a pensarlo, ¡no solo de sushi se nutre la gastronomía nipona! Y si no, échale un vistazo a estos cinco exquisitos postres tradicionales que te presentamos a continuación, una forma de deleitarnos el paladar con el espíritu más zen.
Mochi / PINTEREST
El inconfundible Mochi
Puede que estemos hablando de uno de los postres japoneses más conocidos a nivel internacional, toda una tendencia gastronómica que hace uso de ingredientes tan inusuales dentro de nuestra repostería como son las judías o la harina de arroz. Aunque se puede consumir todo el año, se trata del postre más emblemático de las celebraciones niponas, sobre todo, del Año Nuevo. Este dulce promete sorprenderte, tanto por su amalgama de sabores como por la propia textura que presenta, similar a la del mazapán. Hablamos de un pastelito de forma redondeada elaborado tradicionalmente con arroz glutinoso entero hervido y relleno de anko, una pasta a base de judía roja dulce.
Podréis encontrarlos de formas y sabores muy diferentes: Ichigo Daifuki (con anko y una fresa entera en medio), helado de mochi relleno, Kinako Mochi (tostado con azúcar y kinako, un tipo de harina elaborada a partir de granos enteros molidos de soja) o el Sakuramochi (con sabor a la flor de los cerezos, relleno de anko y envuelto generalmente en una hoja de cerezo), entre otros.Los celíacos pueden anotar su nombre con letras mayúsculas porque gracias a estar elaborado con este tipo de harinas, no contiene gluten.
Pastel Mont-Blanc
Que no te despiste su nombre, porque a pesar de ser un postre muy popular en Europa, los japoneses han logrado darle un giro a la receta tradicional y dotarla de los gustos más insólitos. En su versión clásica, este postre se realizaría con castañas endulzadas, pero en Japón es normal que también se utilicen avellanas y crema batida, calabaza y ñame púrpura, e incluso se aderece con cacao o matcha.
Presentación impecable (igualita a la de un monte nevado, de ahí su nombre), sabor sugerente, textura apetitosa… ¿no se os hace la boca agua?
Mont Blanc. / PINTEREST
Momiji Manjû
Estos pastelitos con forma de hoja de arce nos trasladan directamente a una tarde de otoño en Miyajima, perteneciente a la prefectura de Hiroshima, y uno de los enclaves turísticos más destacados de Japón. Precisamente, la cuna de estos exquisitos dulces elaborados para acompañar elegantemente al té. Su masa está elaborada con huevos, azúcar, almíbar y azúcar granulado, al igual que el castella (otro pastel japonés), pero en su caso pueden ir rellenos de frijol dulce o de otros múltiples sabores, variedades nacidas a posteriori tras su gran éxito.
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¡Taiyaki!
Un postre que podrás encontrar en diversos puestecitos diseminados por diferentes zonas de Tokyo y que, sin duda alguna, se han convertido en los más «instagrameados» del momento. Este fotogénico pastel en forma de tai (pargo rojo) nació como un dulce de harina de trigo relleno de frijoles rojos hervidos y mezclado con azúcar. Lo cierto es que su presencia ha traspasado las fronteras niponas y conquistado prácticamente todos los continentes, por lo que también se han adaptado a nuestros paladares, aceptando variantes en las que toma protagonismo la vainilla, el chocolate, helado o incluso Nutella. Llamativos, bonitos y deliciosos… ¡para chuparse los dedos!
Taiyaki / PINTEREST
Cheescake a la japonesa
¿Alguna vez has viajado a Osaka? Si lo has hecho probablemente entrases en el archiconocido Uncle Rikuro, una pastelería nipona que se hizo viral gracias a sus esponjosos pasteles de queso. Pero no creáis que hablamos de un cheescake al uso como el que podemos catar aquí, sino de una tarta más ligera tanto en su textura como en su sabor, menos contundente y mucho más esponjosa. Sus ingredientes básicos son: huevos, queso, azúcar y harina. El resultado es una inigualable tarta, menos dulce y más sutil que la nuestra. ¡Una auténtica experiencia para los sentidos!
ÁNGELA F. DEL RÍO
Fuente: Diario Vasco
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